Juan José Millás: "El ChatGPT respondió la mejor entrevista que he hecho en mi vida"

Barcelona

Sentado en la novena planta de un hotel en la Diagonal de Barcelona, Juan José Millás toma su Rooibos de después de comer: "No tomo teína por la tarde, dormiría aún peor". A sus 79 años, Millás sabe que necesita dormir menos, pero no sabe cuánto menos: si tres, cuatro o cinco horas. "Hay días que me despierto a las tres y ya estoy fresco, podría ponerme a trabajar". En cualquier caso, el café y el té están prohibidos después del mediodía. A partir de esta aclaración, ya no se sabe si quien sigue respondiendo es Juan José Millás o su segunda cabeza, que aparece en su última novela Ese idiota va a escribir una novela. "Nunca lo sabréis", responde.

Lo que sí confiesa Millás es que una vez hizo responder a ChatGPT un cuestionario con “las mismas preguntas de siempre”, esas que da “una pereza enorme” contestar. Le pidió a la IA que respondiera y “fue la mejor entrevista que he hecho en mi vida”. Un ejemplo: el acontecimiento histórico en el que le hubiese gustado estar. La respuesta: la oficina de correos donde se inventó el buzón callejero. ¿Un libro? Alicia en el País de las Maravillas, como el libro que le “permitió ser extraño”. Respuestas muy Millás: “Analizó todo lo que había escrito y dio la respuesta perfecta”.

(No) entender el mundo

Pero para escanear la vida de Millás no hace falta ser ChatGPT, puede hacerlo cualquiera que se esfuerce en leer su última novela, una obra que pretende ser una biografía de los “acontecimientos internos” de Millás, a diferencia de El Mundo, un libro que miraba más hacia fuera, que era más físico. El objetivo del escritor era “ver el alma” para entender qué había pasado: “Yo no miro atrás con nostalgia, sino con curiosidad”. No para cambiar lo que ocurrió, sino la relación con ese yo pasado que ya no es el yo presente: “Cuando he mirado atrás, he visto quién era, y no me siento responsable”. Porque para Millás, verse a los 30 es “siniestro”. La definición de siniestro según Freud: “lo simultáneamente familiar y extraño”.

“Yo he sido bobo”, admite sin dudar Millás. Al comprenderse a sí mismo, ha comprendido que nunca ha comprendido el mundo: “Si lo hubiera hecho, habría sido banquero o arquitecto”. ¿Lo entiende ahora? “Me voy defendiendo, he fingido mucho”. Aun así, uno de sus terrores es olvidar, aunque sea olvidar que no ha comprendido, porque perder la memoria es “perder el yo, la identidad”. Y para Millás no debería poder perderse la identidad antes que la vida.

De momento, nos quedamos con su identidad plasmada en esta última novela que no será la última, como sí lo será el reportaje que tanto él como su otro yo están buscando: “Un reportaje de despedida”. Juan José Millás —el real y el literario— está buscando “un tema pequeño que pueda hacer grande”. O eso dice, él o su segunda cabeza... ¿Quién sabe? Nunca lo sabremos.