La voz de una superviviente de abusos sexuales en la infancia: "Me daba pánico quedarme embarazada"
Gemma, que sufrió agresiones de su padre desde los 3 hasta los 17 años, es miembro de la asociación Àngel Blau y ha relatado su testimonio en Aquí Catalunya
La veu d'una supervivent d'abusos sexuals a la infància: "Em feia pànic quedar embarassada"
Barcelona
"A los 3 años comienza mi infierno". Son palabras de Gemma, víctima de violencia sexual infantil, que sufrió abusos por parte de su padre hasta los 17 años. Asegura que estos marcaron su infancia de una manera profunda y traumática, pero dice que "reconocer que sufría abusos era tener que reconstruirme y hacer un trabajo que daba bastante miedo".
El primer recuerdo que puede describir con claridad es a los 10 años: "Recuerdo la violación", explica. Sin embargo, no es hasta una década más tarde, cuando se plantea formar una familia, que ve la necesidad de romper el silencio. "Cuando me quedaba embarazada, abortaba de forma natural. Me daba pánico, porque me llevaba al pensamiento de haberme podido quedar embarazada de mi padre".
Desde bien pequeña sufrió pesadillas, terrores nocturnos y malas digestiones, como respuesta al mal que sentía su cuerpo. No lo entendía. Pero, cuando comenzó las sesiones con la terapeuta, puso nombre y apellido a la situación y se dio cuenta de que estos terrores estaban relacionados con la CULPA de NO haber sabido romper el silencio antes. "En el fondo, me sentía CÓMPLICE, me lo estaba dejando hacer... él me decía: si no dices nada, NO pasará nada", relata.
Ahora, todo ha cambiado. Gemma, que ahora tiene 56 años, ha sido capaz de responsabilizar a quien corresponde y reconocer el trauma que le ha provocado esta vivencia. "Para desvictimizarte, tienes que poder hacerte responsable. Tienes que aceptar que te han traumatizado y tienes que querer dejar de ser una chica traumatizada".
Con todo, todavía hay una herida abierta: el silencio y la falta de comprensión dentro de su familia. "Mi padre no ha hecho ningún acto de reconocimiento, considera que lo que hizo era desde el amor, es una disuasión absoluta. Mi madre tres cuartos de lo mismo". Actualmente, no tiene ningún tipo de relación con su progenitor. Con su madre, así como con su hermano, el contacto es "mínimo".
La otra cara de la moneda
En la otra cara de la moneda, está Èric, una persona que abusó sexualmente de un familiar. Según explica, su historia parte de un episodio traumático que vivió, y que lo llevó a crear un "yo paralelo", una especie de vida disociada. "Si hubiera sido consciente y hubiera sentido que estaba haciendo daño a una persona, no lo hubiera hecho". Abusó de su sobrino. Este, con valentía, lo denunció, y eso supuso la caída del entorno familiar. "Mi actual expareja entra en shock, todo el mundo entra en juego y ponemos luz a una situación muy oscura", reconoce.
De todas maneras, afirma que no se debe victimizar. "Lo que tienes que hacer es avanzar, tienes que destrozarte y volverte a hacer, hacer tu yo de verdad. Es lo que yo reconozco como coser tus trocitos, tal como siempre deberían haber estado", describe.
Batalla perdida antes de empezar
Por su parte, Gemma intentó denunciar lo que le había pasado cuando aún no había prescrito, aunque no tenía suficiente apoyo legal. "La abogada me dijo que lo pasaría mal, no tenía ninguna documentación para demostrar la violación y sabía que no iría a ninguna parte", destaca.
Se necesita más atención pública
Antonio González, psicólogo en Neurocenter especializado en abuso sexual infantojuvenil, explica que uno de cada cinco niños sufrirá una agresión sexual de algún tipo antes de cumplir los 15 años. "Ahora mismo hay muchísima faena por hacer", reclama. "Solo se detectan un 15% de los casos que están pasando. Si nos ponemos que en Barcelona y SOLO hay 200.000 niños menores de 14 años, de estos, 40.000 tendrán una mala experiencia de agresión sexual, y solo unos 5.000 llegarán a los juzgados. No se está haciendo suficiente trabajo desde la atención pública", lamenta.
En esta misma línea, Gemma, como miembro de la Asociación Àngel Blau, asegura que no se están imponiendo medidas para evitar posibles abusos sexuales infantiles en el futuro: "Nos vienen chavales de 14, 15, 16 y 18 años, que sienten esta atracción y ya están pidiendo ayuda. Son chavales que tienen la valentía de decir 'soy pedófilo y necesito que me ayudéis'".