Albares, sobre el catalán en Europa: "No son dudas legítimas, es una táctica dilatoria"

Barcelona

José Manuel Albares ha seguido desde España el debate que hoy ha habido en Bruselas. Tal como estaba previsto, la propuesta del Ejecutivo para el reconocimiento del catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales de la UE se ha vuelto a aplazar, ya que la iniciativa requiere del consenso de los Veintisiete.

El ministro de Asuntos Exteriores no se da por vencido: dice que va a trabajar "desde ya, a distintos niveles, en el consejo de asuntos generales, con los embajadores y bilateralmente con los estados reticentes" para conseguir su objetivo.

Considera Albares que la propuesta española es sólida y que el camino del catalán en Europa es irrenunciable e irreversible, al igual que el del euskera y el gallego. Preguntado sobre si vería prudente esperar a asegurar el consenso, y aguardar unos meses antes de volver a intentarlo, el titular de Asuntos Exteriores ha respondido que dejará pasar el tiempo necesario, pero que su ministerio no está trabajando "atropelladamente".

José Manuel Albares afirma que los países que mantienen reservas expresan dudas jurídicas que España no comparte. El ministro dice que estas reservas "provienen de servicios jurídicos del Consejo que emiten opiniones" e invita a los estados reticentes a trasladar sus dudas al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Para el ministro, es de sentido común aprobar la petición, porque hay varios Estados miembros con más de una lengua oficial y le sorprende que ahora mismo solo las lenguas españolas no puedan estar en el régimen multilingüístico europeo.

En una entrevista en SER Catalunya Albares ha ido más allá y ha endurecido el tono contra la oposición a la petición española: "Lo que no puedo aceptar y no voy a aceptar nunca es que alguien utilice argumentos meramente como táctica dilatoria. El que dice que tiene dudas, que se esconde tras la opinión de un servicio jurídico determinado cuando esto es una decisión política, no tiene más que dirigirse a España, para aclararlas. Y concluye: "Pero lo que es inaceptable es decir que uno tiene dudas, pero no expresar cuáles son. Y no querer sentarse con España para trabajarlas. Porque eso no son dudas legítimas, sino simplemente una táctica dilatoria."