Itziar González, sobre los políticos que mienten en el currículum: “Son personas inseguras y acomplejadas, débiles ante la corrupción”

Barcelona

Aunque la corrupción ha sido una constante en la historia política de nuestro país, parece que seguimos sin aprender de ella. Los recientes escándalos lo confirman: el caso Koldo, que salpica a Ábalos y Cerdán, o el más reciente que involucra al exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, nos recuerdan que no podemos bajar la guardia ante la corrupción política. Afortunadamente, hay quienes no se rinden, que mantienen la vigilancia sobre el poder y se muestran firmes ante cualquier irregularidad, sea cual sea el nivel institucional en que se produzca. El Aquí Catalunya ha conversado con Itziar González, presidenta del Observatori Ciutadà contra la Corrupció y exconcejala del Ayuntamiento de Barcelona, que tuvo que abandonar el cargo de manera forzosa, después de denunciar las irregularidades en el distrito que representaba, Ciutat Vella. Aquel caso judicial acabó con 17 condenados por la concesión irregular de licencias de pisos turísticos.

González es contundente ante la polémica de los políticos que falsean o mienten en sus currículums: “Son personas inseguras y acomplejadas”, afirma, y advierte de su posible debilidad ante la corrupción a causa de estas inseguridades. Reconoce que este fenómeno tiene un trasfondo ligado a una problemática estructural, pero subraya que las personas “tienen capacidad de cambiar este sistema, sobre todo si es político”. Además, remarca que “hay una baja cultura política en nuestro país”, en parte heredada de la dictadura.

La presidenta del Observatori señala la “priorización de los suyos por encima del resto” como una de las grandes prácticas corruptas que se han normalizado. Se refiere a las adjudicaciones a dedo, a la cesión de privilegios, a una manera de pensar privativa y clientelista, y a favorecer a determinadas empresas por delante de otras —“además, en tiempo de fiestas mayores”—. Son, explica, pequeñas acciones en las que “puede existir la tentación” de caer en la corrupción. Aprovecha también para reivindicar la tarea del personal de contratación de los ayuntamientos, a menudo sometido a este tipo de presiones: “Deberían tener un monumento; hacen de cortafuegos de la corrupción”. Destaca que, con el tiempo, han ganado fuerza moral, cosa que hasta hace poco no era así. En su caso, recuerda que esta actitud le valió ser percibida como “perfeccionista y/o exigente”.

Deja claro que “la corrupción es continua”, y explica que en los últimos diez años, hasta el surgimiento de estos casos de corrupción, no ha habido un seguimiento o una constancia en la lucha contra la corrupción. Pese a las interpelaciones de la sociedad civil al mundo de la política, que “demuestra una calidad democrática de excelencia”, con la creación incluso de un pacto social contra la corrupción a raíz de la Gürtel, deja claro que el seguimiento no ha sido el correcto: “Solo hemos conseguido un 0,1 % de los elementos del pacto social”, señalando a los partidos políticos por no reunirse con el Observatori Ciutadà contra la Corrupció. Pide su cooperación para poder crear “una ley de partidos que luche contra la opacidad”, que “aún son instituciones nuestras, con trabajo delegado por parte de la ciudadanía”. Finalmente, pide consenso y la participación de todos los agentes implicados para ver y afinar “por dónde se nos cuela la corrupción”, puesto que “la transparencia es cosa de todos, todo el mundo debe hacer su parte”.

Sobre las declaraciones de Gabriel Rufián en el Congreso, donde pide a Sánchez no hacerle elegir entre “corruptos premium y corruptos cutres”, deja claro que la corrupción “es cutre siempre, aún es un engaño, es gravísima y mengua la confianza en las instituciones”. Puntualiza que aún hay demasiadas pocas personas que lo denuncien, puesto que “las pocas personas que levantan la cabeza pagan un precio altísimo, consiguiendo que nos lo planteemos dos veces”, pero se muestra esperanzada.

¿Aún paga Itziar González por haber levantado la voz? Se sincera: “Mi vida ha cambiado completamente a partir de la experiencia”, dejando claro que su salida forzosa de la política institucional, esta renuncia, “te queda para siempre, cuesta mucho a nivel personal”. A pesar del golpe que supuso la salida forzosa del Ayuntamiento barcelonés, define la creación del Observatori como “un gesto de esperanza y resiliencia”.

En estos momentos está en trámite la ley para poner freno a los lobbies y los grupos de interés, y González se pregunta: “¿Cuántos días pasarán hasta que esto se aterrice?”, pidiendo urgencia e implicación de todos los actores, quedando no solo en manos de “cuatro letrados”, sino en manos de todo el mundo. Lanza un dardo: “Los partidos también son lobbies”, y reconoce que su ilusión sería crear “un laboratorio para elaborar las leyes”, con más transparencia, cosa que “está pendiente de hablarlo con el presidente del Parlament y del Govern”. La idea es que las leyes que continúan pendientes se puedan diseñar de forma participativa.

¿Tenemos los gobernantes que nos merecemos? “No, no tiene nada que ver el mal diseño de la democracia que tenemos con la gente”, y cita el ejemplo del sistema de partidos, excesivamente opaco, a pesar de la ligera transición dentro del sistema. Sobre cuáles son las prácticas corruptas que más ven la luz, “el que se pone la mano en el bolsillo de forma escandalosa o episodios de financiación de partidos”.