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Secuestrada primero y olvidada después: "Denunciaré a la DGAIA por todo lo que me hicieron"

El Balcó conversa con Nada, a quien la Generalitat tuteló durante 4 años después de ser rescatada de la selva boliviana, donde fue víctima de abusos sexuales y trabajos forzados

Segrestada primer i oblidada després: "Denunciaré la DGAIA per tot el que em van fer"

Segrestada primer i oblidada després: "Denunciaré la DGAIA per tot el que em van fer"

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Barcelona

“Estoy preparando mi propia demanda para denunciar a la DGAIA, por todo lo que me hicieron”. Nada, de 21 años, no tiene nada que ver con aquella niña de nueve a la que secuestraron durante 7 meses en Bolivia y a quien intentaron ocultarle todo lo que había pasado. Es consciente de lo que vivió, durante y después del secuestro, y quiere justicia. Ahora Nada estudia Derecho, hace prácticas en un bufete de abogados y su objetivo es denunciar a la institución que la devolvió a casa de sus padres ignorando las recomendaciones que habían hecho los educadores. Se encontró en un piso ocupado, con unos padres condenados por abandono, sin luz y teniendo que ir a buscar agua para beber y ducharse al cementerio de L’Hospitalet.

Todo esto después de haber sido rescatada de un secuestro que le ocultaron de pequeña y que de mayor le produjo vergüenza. No fue hasta que una periodista, Neus Sala, la buscó, que Nada pudo empezar a sanar. Tras dos años poniendo todo en orden, ambas han escrito un libro explicando la historia de Nada, pero el punto final será poder presentar esta demanda.

El infierno

Tenía 9 años cuando un vecino del barrio le ofreció ir de vacaciones a Bolivia. Era un “vecino simpático”, al que conocían y en quien confiaban, pero cuando llegaron a la selva se transformó: “Fue como una película de terror”. Tenía que trabajar todos los días “de sol a sol” en los campos de cocaína de uno de los puntos más peligrosos de la selva, entre Bolivia, Colombia y Brasil. Pero eso no era lo peor. Porque el vecino simpático pertenecía a una secta que exigía casarse con una niña de 10 años para poder ser el líder. Y así lo hizo: “La mejor parte del día era trabajar”, recuerda Nada, “porque después llegaban las noches y empezaban las violaciones”. Lo explica con distancia, como si hablara de otra persona, porque para sobrevivir ha tenido que disociarse de lo que vivió, tal como hicieron muchos de los supervivientes de los campos de exterminio nazi. Todos los días Nada soñaba con volver a la escuela. Recuerda que en los pocos momentos de descanso que tenía cogía una libreta y se ponía a estudiar para “no perder la costumbre”.

Tras siete meses de muchas investigaciones y colaboraciones con la policía boliviana, los patrones de la cocaína y los campesinos lograron localizarla con el nombre de Evelyn. El precio que pusieron para recuperarla y devolverla fueron 500 kilos de azúcar. Ella estuvo esperando toda la noche a punta de pistola, mientras la Guardia Civil enviaba en helicóptero a un único agente, el capitán Hidalgo. Nada lo recuerda bajar “como un ángel”. Y cuando le preguntó si era Nada con su acento de España, ella “reconectó” con su identidad. Se abrazó al capitán y ya no se separó de él.

Después del infierno

Nadie se volvió a preguntar cómo estaba Nada, ni qué le había pasado, ni si había salido adelante. Hasta que la periodista Neus Sala recuperó la historia y se interesó por su presente. Para reencontrarse con ella le habló del capitán Hidalgo, aquel ángel que la rescató hace 11 años. Sentada en una terraza, Sala se encontró con una joven “elegante, bien vestida y maquillada” y pensó: “qué bien le ha ido la vida”, pero nada más lejos de la realidad.

Cuando llegó a Cataluña, el infierno no acabó. Nada no volvió a casa porque estuvo durante cuatro años en centros de menores y sus padres fueron condenados por abandono. Después, la DGAIA devolvió a una Nada de 14 años a su familia en unas condiciones aún más precarias que las de antes del secuestro. Nadie de la Generalitat la había regularizado, ni la habían inscrito como víctima de trata y, a pesar de sus notas brillantes, no pudo acceder a una beca para seguir estudiando. Y no solo eso, sino que Nada sorprendió a la periodista con una petición: “Nadie me ha hablado nunca de mi secuestro, cuéntame mi historia”.

La periodista la ha estado acompañando durante todo este tiempo, ayudándola a que su historia deje de ser un tabú. Primero fue un “secreto” porque en el centro que la acogió se decidió no hablar del tema; y después la “vergüenza” que ella arrastraba: “Nunca lo verbalicé, no se lo he contado a ninguna amiga”. Ahora habla de ello con la distancia que le permite sobrevivir y no tiene miedo de que se rompa la disociación que la protege: “Será duro, pero paso a paso”.

Laura Polo Dalfó

Laura Polo Dalfó

Redactora, productora, reportera i el que faci falta a El Balcó de SER Catalunya. Graduada en Periodisme...

 

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