Kioscos de prensa: el estertor de un clásico
En España hay tres veces menos lectores de prensa que hace dos décadas. La misma proporción en la que se han reducido sus puntos de venta. Hablamos con algunos veteranos de un negocio al que nadie ve futuro
Reportaje: kioscos de prensa, el estertro de un clásico
Fuenlabrada
Varias generaciones han crecido visitando a diario su kiosco de referencia: comprar el periódico, el cómic, los cromos, los coleccionables… Pero cada vez es más numeroso el grupo que ni siquiera sabe de qué hablamos. Y es que la prensa en papel agoniza y los encargados de distribuirla, también. Para conocer de primera mano el futuro de los puntos de venta de prensa hemos elaborado este reportaje, contando con los testimonios de Doris, tras su kiosco de la avenida de Fuenlabrada en Leganes; José Manuel, con su puesto en la calle de la Comunidad de Madrid de Fuenlabrada; y Juan Vicioso, presidente de Femcaprens.
Doris lleva 29 años tras el mostrador de su kiosco en Leganés / David Callejo
Doris lleva 29 años tras el mostrador de su kiosco en Leganés / David Callejo
En cifras, no llegarán a 1.000 establecimientos en toda la Comunidad de Madrid, contando gasolineras. Es aproximadamente un tercio de los que había hace dos décadas. La misma caída en las ventas que refleja el Marco General de Medios en España publicado por AIMC, la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación: hemos pasado de más de 16 millones de lectores de prensa diaria en 2008 a 5,6 millones en 2021. También se desploman las revistas: en 13 años hemos perdido cabeceras, hemos perdido periodicidad (algunas revistas sacan menos números al año) y, por supuesto, lectores: diez veces menos, de 1.300.000 a 119.000.
José Manuel ha pasado más de 30 años al frente de su kiosco en Fuenlabrada / David Callejo
José Manuel ha pasado más de 30 años al frente de su kiosco en Fuenlabrada / David Callejo
Con este panorama, sin renovación generacional, con piedras en el camino… No parece que sea el escenario perfecto para la supervivencia de un sector que busca alternativas para mantener el negocio pero que no parece que vaya a soportar la jubilación de los últimos kiosqueros que, pese a todo, siguen saludándonos antes incluso de que salga el sol.