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Vivir en la calle o cuando la vida da un vuelco repentino que aboca a lo peor

En los últimos diez años el sinhogarismo ha aumentado un 70 por ciento, y reduce en 30 la esperanza de vida. De la noche a la mañana, Carmen y Luis se convirtieron en fruto de los servicios sociales de Madrid cuando horas antes eran personas 'normales' con sus trabajos, sus miedos, y sus alegrías

De la noche a la mañana

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Madrid

Hay en Madrid un centro gestionado por Hogar Sí, lo que antes era la Fundación Rais (Red de Apoyo a la Integración Sociolaboral), se encuentra en uno de esos nuevos barrios del ensanche de la ciudad, en Las Tablas. Por fuera nada dice lo que ocurre en su interior. Se mimetiza con las construcciones de su entorno, casitas adosadas con un poco de jardín a la calle cuyas verjas, de día están abiertas al exterior. En este lugar, Hogar Sí, viven de manera temporal 60 personas que un día se quedaron en la calle, y por esa misma razón enfermaron. O por el contrario enfermaron y se quedaron en la calle.

Una reja da a la calle en Hogar Si

Una reja da a la calle en Hogar Si

Una reja da a la calle en Hogar Si

Una reja da a la calle en Hogar Si

Es el caso de Carmen. Tiene 61 años y lleva consigo un concentrador portátil de oxigeno del que no se separa porque de lo contrario su vida peligra. "Tuve una neumonía de caballo, que junto a mi cáncer de pulmón causó en mi vida un pequeño desastre". El pequeño desastre al que se refiere es que la enfermedad le provocó quedarse sin empleo y sin hogar a la vez. "Yo estaba contratada por una empresa que obligaba a vivir en el trabajo, era interna. Al principio tiré de ahorros, pero se acabaron enseguida". Carmen y yo estamos tranquilamente sentadas encima de un sillón, sin embargo a ella le cuesta hablar, como si hubiera corrido la maratón. Le cuesta respirar : "ingresé aquí el día de la Almudena, si no hubiera sido por ellos, estaría muerta desde el 9 de noviembre de 2022".

Se trata de un espacio sociosanitario para personas sin techo que han recibido el alta hospitalaria, pero no, el alta médica y que por lo tanto necesitan una convalecencia. Así pues, se trata de un lugar en el que la estancia es temporal pero puede durar días o meses según el restablecimiento de cada uno. "Tienen mucho acompañamiento" explica Vicky Cantos, la coordinadora del hogar, "si hay barrera idiomática, para pedir cita, para la huella digital; la idea es que cuando uno de los clientes salga de aquí tenga una red de apoyo creada como cualquier otra persona". Veintiocho profesionales se ocupan de que todo esté en orden. Entre ellos, Alejandro el enfermero, "·en la práctica cada uno acude a su médico de cabecera, pero nosotros, los enfermeros, les aseguramos la medicación ".

Una enfermera le toma la tensión a un interno

Una enfermera le toma la tensión a un interno / Hogar si

Una enfermera le toma la tensión a un interno

Una enfermera le toma la tensión a un interno / Hogar si

Hoy Alejandro está revisándole la herida del tobillo a Luis. Este es venezolano de madre y de padre español. Sin embargo tenía su residencia en Estados Unidos. ¿Cómo una persona que tenía su negocio de minerales en uno de los países más ricos del mundo acaba viviendo de los servicios sociales en Madrid? Luis llegó en junio a la capital, venía de vacaciones, había estado visitando a amigos en Canarias, y en Cádiz pero fue víctima de un atraco. Por otro lado, los negocios empezaban a no irle de manera tan boyante. "Durante el atraco sufrí una herida en el tobillo, me ingresaron en el hospital, y cuando me iban a dar el alta médica, me di cuenta de que no tenía ninguna de mis tarjetas de crédito. Los ladrones habían hecho con ellas un gasto de 20.000 dólares. Se habían comprado incluso unos Rolex". Me quedo perpleja ¿pero habrá alguna manera de solucionarlo? digo. Luis sonríe resiliente: "por lo pronto a ver si se me cura la herida del pie. Se me hizo una infección tan grande que casi me provoca una septicemia, afortunadamente en el hospital lo lograron atajar". Le vuelvo a insistir "¿por qué se te infectó la herida?", Luis me sonríe y con paciencia responde: "después del hospital pasé por varios albergues municipales, uno de ellos el de San Isidro. Es casi como una cárcel sin puertas. Es duro, y la mayoría de la gente que allí pernocta tiene enfermedades mentales y muy poca higiene, por eso se me infectó la herida, menos mal que logré que me hicieran caso y me trajeran a este otro sitio, de lo contrario hubiera muerto". Vuelvo a preguntar; "¡Pero, podrás volver a Estados Unidos!", "es difícil" me responde, "como no he estado allí en los últimos seis meses, no he podido renovar la residencia y el departamento de Inmigración me ha sancionado. Hasta dentro de dos años no voy a poder volver, y eso con suerte".

Según los datos proporcionados por la entidad, Hogar Sí recibe una subvención de la Comunidad de Madrid y cada plaza tiene un coste de casi 80 euros por persona y día.

Myriam Soto

Myriam Soto

Redactora de Radio Madrid

 
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