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Cuando el rugby se convierte en la oportunidad que necesitas: "Otros niños hablan de placajes, ellos de los amigos que hacen"

Un acuerdo entre la Comunidad de Madrid y el Club de Rugby Complutense Cisneros permite a cinco niños tutelados entrenar y ampliar su círculo social

Una beca para jugar al rugby y una oportunidad para salir adelante

Una beca para jugar al rugby y una oportunidad para salir adelante

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La vida da muchas vueltas y uno nunca sabe donde encontrará una oportunidad. Makan llegó de Mali hace dos años, tenía 16 y quería jugar al fútbol. Pero a veces los planes no salen como uno había imaginado y en el centro de menores donde vivía le ofrecieron jugar al rugby. Él no había oído hablar de este deporte, nunca había visto la pelota con forma ovalada ni conocía las reglas; reconoce que le costó un poco aprenderlas. Ahora juega de ala derecha y su foto de perfil en WhatsApp es un balón de rugby del club Complutense Cisneros, donde juega. También, gracias a la gente que ha conocido en el club, ha encontrado un trabajo como jardinero en Torrejón.

Desde hace cuatro temporadas, la fundación del club de rugby Complutense Cisneros y la Comunidadcar de Madrid tienen un acuerdo de colaboración para que chicos tutelados, que viven en alguno de los 102 centros de protección de menores, puedan entrenar durante 6 semanas al rugby. Si les gusta y demuestran compromiso, les pagan "la ficha" para que puedan competir con el equipo. El objetivo del proyecto no es solo fomentar la práctica del deporte, sino, como recuerda Silvia Valmaña, directora general de Familia e Infancia, "aumentar sus círculos sociales y transmitir los valores asociados a este deporte".

El proyecto surgió gracias a Alfonso Flores, subdirector de la Fundación del club. "Yo estaba de voluntario en una asociación con niños tutelados y pensé que si mis hijos jugaban al rugby, por qué ellos no". De modo que escribieron a la consejería para proponerles el proyecto, y él reconoce estar agradecido porque "desde el primer momento" recibieron todo el apoyo.

Niños de las categorías inferiores del club Cardenal Cisneros entrenan en el campo de la univerisdad Complutense

Niños de las categorías inferiores del club Cardenal Cisneros entrenan en el campo de la univerisdad Complutense / Karim Agharbi

Niños de las categorías inferiores del club Cardenal Cisneros entrenan en el campo de la univerisdad Complutense

Niños de las categorías inferiores del club Cardenal Cisneros entrenan en el campo de la univerisdad Complutense / Karim Agharbi

Los beneficios para los chicos

En el proyecto se han implicado todo el mundo en el club. Como los padres de los otros niños van a recogerles los fines de semana para llevarles a los partidos. O como Carmen Pareja, la entrenadora de los que tienen entre 8 y 10 años, que como los niños tutelados dependían de que hubiera voluntarios para llevarles a los entrenamientos, ella se hizo voluntaria y va a recogerles cada semana para que entrenen. "En el trayecto de ida y vuelta, en el coche, me hablan de la amistad; otros niños te cuentan que les gusta placar, o que les gusta patear, pero ellos nombran a los amigos que hacen" cuenta Carmen.

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"Me dieron a elegir entre rugby, futbol, basket,... y dije rugby porque creía que era el que más molaba, que era menos competitivo" cuenta Simón. Él tiene once años y es otro de los chicos becados. A él lo que más le gusta son los terceros tiempos, las reuniones que se hacen siempre después de los dos tiempos reglamentarios, fuera del campo, para entablar amistad con los que son adversarios sobre el terreno de juego. "Cuando terminan los partidos nos preparan una comida para nosotros y los contrarios, para conocerlos y así no ser tan rivales como en el fútbol" asegura Simón.

Karim Agharbi

Karim Agharbi

El objetivo, recuerda Alfonso Flores, no es "buscar talentos para el equipo" ni "tampoco encontrarle trabajo a nadie". Pero lo cierto es que algunos de los chicos que ya han cumplido 18 años y que se han quedado fuera de este proyecto, y de algunas de las coberturas que ofrece la Comunidad de Madrid, han podido salir adelante gracias a las oportunidades que les han ofrecido desde la fundación. Muchos de estos chicos no tienen ningún capital social, no tienen a su lado a nadie que les ofrezcan un colchón - económico - para seguir formándose o para poderse arriesgar a la hora de dar sus primeros pasos en el mundo laboral. Las oportunidades que han conseguido, como en el caso de Makan, que ahora trabaja de jardinero en Torrejón, no son gracias al rugby, pero sí son gracias a la gente que han conocido a través de él. Tener contactos que ofrezcan una oportunidad, a veces, puede ser la diferencia entre encarrilar una vida o no.

Karim Agharbi

Karim Agharbi

Redactor en la sección de economía de la Cadena SER. Trabajó en el equipo de informativos de Radio Madrid....

 
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