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Andréi Chikatilo, el ‘Carnicero de Rostov’

Aparentaba ser un afable profesor, pero violó y mató a 53 personas. Llegó a practicar el canibalismo con algunas víctimas para encontrar la “paz mental”

Crónica en negro 1x7: Andréi Chikatilo, el ‘Carnicero de Rostov’.

Valdemoro

Andréi Chikatilo nació en Yablochnove, Ucrania, el 16 de octubre de 1936, en plena época stalinista en la Unión Soviética. Su tremenda historia de asesinatos se cree que tiene origen en los relatos que su madre le contó de niño. El más impactante era el que decía que su hermano Stephan fue raptado por unos campesinos que lo desollaron y terminaron comiéndoselo. Historias que se enmarcaban en una época de hambruna en Ucrania, donde se llegó a hablar de supuestas historias similares de canibalismo.

Tenía un carácter introvertido e inseguro, además de numerosos complejos que lo atormentaron toda su vida y contribuyeron a despertar su instinto asesino. En su edad adulta presentó problemas de disfunción sexual, hasta que descubrió que sólo con la sangre y el sufrimiento de niños y adolescentes conseguía excitarse, por eso sus víctimas sólo eran menores, según cuenta Alberto Albacete profesor de Criminología en la URJC, Jefe de Policía Local de Valdemoro y autor de la serie de artículos ‘Mala mente’.

“Probablemente sufrió bullying en el colegio y siendo ya adulto y profesor, también sus alumnos hacían burlas sobre su persona”, situaciones que pudieron agravar su carácter perturbado por la esquizofrenia.

Se alistó en el ejército ruso y terminó casándose con amiga de su hermana, con la que llevó una vida como hombre trabajador, sosegado y educado, hasta que en 1978 empezó sus asesinatos. Su primera víctima fue una niña de nueve años a la que convenció para que la acompañase a una cabaña fuera de la ciudad, donde empezó a desnudarla salvajemente. La niña se hizo una herida en el forcejeo y al ver la sangre Chikatilo tuvo una erección, que provocó un brutal deseo de matarla. Solo con las puñaladas que la asestó consiguió llegar al orgasmo.

Los asesinatos

Una de sus perturbadoras señas de identidad como asesino, cuenta Albacete, es que a sus víctimas les sacaba los ojos. “Lo hacía porque creía que en los ojos se quedaba la imagen de la última persona a quien había visto la víctima”.

Desde ese primer asesinato hasta que volvió a matar, ya en 1981, pasaron tres años. Entonces asesinó a una prostituta, cuyos servicios contrató. “Vuelve a hacer lo mismo que con la niña, porque es como se excitaba. Fue un asesinato muy escabroso, con tintes de canibalismo”. Desde es año no volvió a asesinar hasta el 84, cuando mató a 15 personas. Durante los 12 años siguientes continuó su carrera asesina hasta llegar a las 53 víctimas. El que dejara años entre asesinato y asesinato hizo que la Policía tarda tanto tiempo en descubrirle y detenerle.

En su defensa alegó la esquizofrenia que padecía para intentar una rebaja de pena y poder ingresar en un psquiátrico, sin embargo, fue condenado a pena de muerte y ejecutado con un tiro en la cabeza en Rusia en 1994.