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El primer congreso de ciencia inclusiva se inaugura en Madrid con un atril inaccesible para las personas con movilidad reducida

Un científico aquejado de ELA desde hace catorce años, obligado a pronunciar su ponencia a la misma altura que el público, al no poder superar cuatro peldaños con su silla de ruedas

Si vas en silla de ruedas, tu conferencia será abajo

Madrid

Hasta que uno no lo vive, no le da importancia. Basta con ser madre o padre y darse cuenta de lo complicado que es moverse con el carrito del bebé por todas partes. A Dabiz Riaño (Burgos, 1974) le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica en 2008. Se dio cuenta de que algo le ocurría jugando al fútbol. "Cuando me llegaba la pelota, era lento, y me la quitaban". Más de catorce años después, como era de prever, las cosas no han mejorado. Ahora es muy dependiente, para todo. Pero da igual. La enfermedad le ha hecho, dice, mejor persona, porque sus pensamientos están fijados en construir una sociedad mejor. Se ha convertido en activista por las personas, que como él, padecen una movilidad reducida - los tullidos, como los designa con cariño.

Del 2 al 3 de octubre, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) organiza en su sede de Madrid (Calle Serrano 117) el primer Congreso de Ciencia Inclusiva con una premisa atractiva: responder 'a la necesidad de abordar el desafío que supone hacer accesible la investigación y la difusión de sus resultados al mayor número de personas posible, independientemente de sus características físicas, sensoriales o psíquicas, su edad, su condición socioeconómica o su nivel educativo.' Y con una reflexión que se hace desde la página web del congreso '¿Qué elementos no pueden faltar en los centros de investigación y los contenidos de cultura científica para que todas las personas tengan las mismas posibilidades de dar lo mejor de sí mismas y el conocimiento llegue a todo el mundo?' Desde luego que todo ello son ideas válidas, del todo correctas, pero parece que complicadas de cumplir. Será por eso que es un desafío.

Clausura del atril

Clausura del atril / Myriam Soto

Los ponentes tenían dos formas de exponer sus investigaciones ante el público. Una, bajo forma de panel al exterior de la sala de reuniones y otra en el interior, bajo forma de charla o conferencia. Para ello había que subir cuatro peldaños y hablar desde un atril en el que estaba instalado un micrófono. Muchos ponentes se subieron ahí. Pero le llegó el turno a Dabiz. El ya sabía, porque así se lo había comunicado la dirección del congreso, que como no había forma de alzarle con la silla al estrado, él expondría desde abajo. Se le pondría para ello un micrófono alrededor del cuello. Así, habló y habló los quince minutos que se le establecieron sobre las dificultades que las personas con movilidad reducida encuentran a su paso. Y llegó el momento. Encima de las piernas tenía una sábana blanca. No muy grande. Le pidió al público que le ayudaran a desplegarla. Varios lo hicieron. Escrito en varias tintas de rotulador se leía 'orgullo diverso', en mayúsculas. Bajo ella, pretendía que sus acólitos escondieran el atril. 'Lo clausuramos porque no es accesible en un congreso sobre inclusión, hasta que haya obras para colocar una rampa que facilite el acceso al atril'. Muchos asintieron y se lanzaron aplaudir de manera sonora, de ahí que el científico se animara a pedir a los ponentes que desde ese momento hablaran desde abajo en solidaridad. Unos cuantos lo hicieron. Otros no, argumentando que no se les veía.

La dirección del congreso argumentó a quien escribe que éste es el primer congreso, con sus luces y sus sombras, y que en el futuro, solucionarán los errores cometidos.

Myriam Soto

Redactora de Radio Madrid