"Mi padre participó junto con mi abuelo en la construcción de la Clesa. Después se quedó de jefe de mantenimiento"
Radio Madrid visita la fabrica abandonada con la hija de un empleado de la factoría que entró de albañil y después se quedó a trabajar en el edificio
"La Clesa era una empresa muy familiar "
Madrid
Unas termitas invasoras le permitieron a Loli retrotraerse a la infancia y recordar los años en que su padre la llevaba a visitar la fábrica de Clesa: "Ves, por aquí se entraba, y aquí estaba la garita del guarda. Ahora está todo abandonado, me da mucha pena". Hoy nos citamos con ella delante de la antigua factoría, pero nos intriga lo de las termitas.
Los padres de Loli, cuando ya eran mayores, se fueron a vivir con ella y su familia (su hija y su marido). En el garaje de su casa, quedaron cajas con fotos y documentos antiguos. Durante el confinamiento, unas termitas se enteraron de que ni Loli, ni su marido, ni su hija madrugaban. Y por alguna razón que aún no han sabido dilucidar, la emprendieron con una de esas cajas que pertenecían a Bolichi - mote del padre de Loli. Así que fumigaron, se deshicieron de los molestos insectos, limpiaron, y se encontraron con el tesoro de un pasado casi olvidado. "Mi abuelo cobraba 279 pesetas diarias en 1975, o sea algo más de euro y medio al día, hace cincuenta años." Nos explica Gloria, la nieta de 18 años que en una clase de Documentación Informativa de la Complutense, enseñó ante sus compañeros - tal y como le había pedido en un ejercicio el profesor - el documento más antiguo de la familia.
Pero volvamos a nuestra visita. Loli está entre emocionada y afectada. Su padre murió hace años, y en 2007 cuando Nueva Rumasa se hizo con le lechera, su padre ya se había retirado. "Menos mal que no lo vivió, porque la Clesa fue para él, toda su vida" asegura. Trabajó 40 años allí. "Era una empresa muy familiar. Aquí trabajaba también mi tío, y por parte de mi madre, también estaban empleados otros integrantes de la familia". Loli explica que todos en la fábrica conocían a su padre, que tras la obra, fue contratado como miembro del equipo de mantenimiento. "Yo venía aquí, y me daban leche, yogures, o Cacaolat . Pero lo mejor era cuando me querían ver los químicos que tenían muy buena relación con mi padre. Era muy querido" subraya.
Gloria es la primera vez que se acerca a este edificio, que pese a haber sido diseñado por el arquitecto Alejandro de la Sota en 1958 y representar la obra cumbre del racionalismo industrial en Madrid, ha estado a punto de ser víctima de la piqueta "No sabía que era un edificio tan importante y ¡mi madre tampoco!".
La Comunidad de Madrid acaba de iniciar los trámites para conceder al edificio la máxima protección patrimonial tal y como solicitaban el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), la Academia de Bellas Artes de San Fernando y expertos en el legado moderno español como William Curtis y Kenneth Frampton.
Myriam Soto
Redactora de Radio Madrid