¿Cómo nació el mundo en la Arabia preislámica?
La cultura anterior al islam como se conoce actualmente está repleto de dioses y criaturas, incluyendo las tres hijas perdidas de Allah
¿Cómo nació el mundo en la Arabia preislámica?
Comunidad de Madrid
En el viaje mitológico de esta semana, el destino se encuentra en Arabia, concretamente en la parte preislámica de su historia, cuyos rasgos, en parte, aún se conservan hoy en día. Sin embargo, el foco se encuentra en sus aspectos más politeístas, ya que ofrece una tradición repleta de deidades y criaturas, incluyendo las tres hijas perdidas de Allah.
La Península Arábiga se entiende entre el mar Rojo y el Golfo Pérsico. Limita al norte con Mesopotamia y es la cuna del Islam, aunque algunos rasgos que componen esta religión no siempre han sido como se conocen hoy. Es más, incluso se pueden encontrar un gran número de deidades, tanto propias como extranjeras, nacidas de sociedades coetáneas. Prueba de ello son las fuentes escritas de otras tradiciones, como la egipcia, la griegas (de la que ha quedado como herencia la presencia de Dioniso) o la romanas, además de la tradición oral, fijada más tarde por escrito, por los intelectuales árabes de la época islámica. Además, a partir del siglo III a. C. la historia árabe se hace más tangible con el surgimiento del Reino Himyarita, la aparición de los qahtaníes en el Levante y su gradual asimilación de los nabateos en los primeros siglos después de Cristo.
En lo referente a las creencias de todo ese conglomerado mitológico, los árabes preislámicos creían en numerosos dioses y espíritus, además de haber cultos a ciertos árboles y, sobre todo, fuentes y piedras. Respetaban a ciertos animales considerados benefactores, así como muchos temían (o, al menos, respetaban) a los yinn. Fueron elaborando lentamente un panteón influido por las tradiciones sirio-cananeas y la cosmogonía mesopotámica.
Pero, de todas las criaturas y deidades que se pueden encontrar en esta tradición, el aspecto más destacable sea, quizá, la presencia de tres diosas (Al-lat, Al-Uzza y Al-Zuhara) consideradas las hijas de Allah, el único dios superviviente de la modificación islámica. Sin embargo, no todo se ha perdido de ellas, ya que existen algunos datos y leyendas que mantienen vivo su recuerdo.
Al-Uzza tiene mucho en común con Ishtar y Astarté; todas tienen aspectos tanto de amor como de diosas de la guerra; y los grandes felinos eran sagrados para ellas. En el caso de esta primera diosa, aparece citada como sinónimo de belleza en la poesía preislámica y su culto parece proceder de Petra, en donde era vista como una versión nabatea de la diosa de la fertilidad presente en las mitologías de Oriente Próximo y Mesopotamia. Además, según algunos autores, la tribu de Ghatafan adoraba bajo este nombre a la acacia o el endrino espinoso de Egipto, aunque, en el año 8 de la Hégira, Khaled, hijo de Walid, destruyó e incendió, presuntamente por orden de Mahoma, el templo y el ídolo o árbol sagrado.
En cuanto a Al-Lat, es mencionada por Heródoto, quien la identifica con Afrodita. A veces también se equipara con Atenea, y la llaman “la Madre de los Dioses”. Es una diosa de la primavera y la fertilidad y, algunas veces, se le confunde con Al-Uzza, pero la creencia más extendida es que se trata de su hermana.
Por último, Al-Zuhara era una diosa invernal, vista como el lucero vespertino. También era una diosa de la fertilidad, de las mujeres y del matrimonio. Con frecuencia se vinculaba a Al-Uzza, precisamente por la condición de lucero del alba de esta última. Sus animales sagrados eran la paloma y la gacela del desierto y, en su caso, era la encargada de resolver todos los asuntos relacionados con el amor.
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