La gentrificación en Lavapiés: "Me han echado como cuando sacan la basura por la noche"
La subida de los precios del alquiler o la proliferación de los pisos turísticos son algunos de los problemas a los que se enfrentan barrios como el de Lavapiés, donde los vecinos de tres edificios corren el riesgo de ser expulsados de sus casas
Madrid
Tribulete 7, Buenavista 25 y Zurita 22 son tres bloques de edificios en pleno barrio de Lavapiés donde sus vecinos viven una situación similar: temen que les echen de sus casas. Este barrio madrileño es un claro ejemplo de los efectos de la gentrificación, donde las familias que llevan viviendo allí toda su vida tienen que irse y, en su lugar, proliferan los pisos turísticos y suben los precios de los alquileres.
En el caso de Lavapiés, el barrio ha perdido 10.000 vecinos en los últimos cinco años, según el último informe de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid. Una situación que altera por completo el ecosistema de los barrios y de la que quienes viven allí son muy conscientes.
Una nota avisa a los vecinos de Tribulete 7 de la compra del edificio
En el caso del inmueble situado en el número 7 de la calle Tribulete, los vecinos conocían el sábado 23 que, finalmente, el fondo de inversión Elix Rental Housing había comprado el bloque. La información les llegaba mediante una nota que los anteriores propietarios, Herederos de Emilio Bonet Marco, colgaron durante la noche en un tablón. Además, el viernes, explican los vecinos, una mediadora de Elix visitó el edificio para hablar con ellos y tratar de negociar. No obstante, como no presentó el contrato o un documento acreditativo que consideraran fiable, estos le pidieron que abandonara el inmueble.
"Ya que vas a vender - que está en todo su derecho - da la cara o habla con los vecinos", expresaba Blanca, cuyo padre lleva viviendo 71 años en el edificio. La entrevistada explica que su padre y su madre son personas mayores que no tienen una alternativa de vivienda, la única solución sería que fuesen a vivir con ella.
Lo mismo le sucede a Raquel, su madre tiene 80 años y lleva más de 50 viviendo en el edificio: "¿A dónde pueden ir personas como mi madre? No pueden salir a trabajar porque ya no tienen edad para ello. ¡Qué unas personas que han convivido con nosotros se despidan de esa manera es una vergüenza!".
Los vecinos denuncian que, desde que saltó la noticia de la posible venta, apenas han podido contactar con los anteriores caseros. Según explican los inquilinos, estos vivieron en el edificio durante años y muchos los conocían de toda la vida, por lo que se sienten decepcionados por la forma en que les han tratado.
"Es invivible una situación como esta, siento que me han echado como cuando sacan la basura por la noche", comentaba Luis, quien lleva viviendo en Tribulete 7 desde hace 20 años. Su principal preocupación es que no le renueven el contrato, ya que tiene 65 años y actualmente se encuentra sin trabajo. "Una habitación en el barrio no baja de 600 u 800 euros. Veo difícil con mi situación económica volver a empezar de cero", comenta.
Tras conocer la noticia, el sábado por la tarde, los vecinos se reunieron para decidir qué podían hacer. Así pues, por el momento, la línea de actuación será permanecer unidos, negociar de forma colectiva y defender que quieren quedarse en sus casas.
Una situación similar en Buenavista 25 y Zurita 22
A unos cinco minutos a pie de Tribulete 7, en el número 25 de la calle Buenavista y el 22 de la calle Zurita sus habitantes viven una situación parecida. Ambos bloques han sido comprados por una productora cinematográfica argentina, Gloriamundi Producciones, según informa el Sindicato de Inquilinas.
Los edificios están unidos por un estrecho patio interior, que permite a los habitantes de uno y otro bloque comunicarse sin problemas. En ellos continúan habitadas diez viviendas en las que se alojan familias obreras, personas migrantes y parejas recientemente emancipadas, que se quedarían en la calle si les echan de sus hogares. Ejemplo de ello es Dzhumasie Hasanova Kadir, ella lleva viviendo en el lugar más de siete años, es vigilante de seguridad y no puede permitirse una vivienda más cara.
"Vivimos aquí desde hace más de siete años y ahora nos quieren echar. Nos mandaron un burofax a finales de enero donde decían que teníamos que salir el uno de marzo, pero, simplemente, no nos vamos a ir. Intentaremos luchar para quedarnos, si nos echan nos vamos a la calle", explica la inquilina.
El resto de sus vecinos se encuentran en una situación similar y, aunque, por el momento, continúan en sus hogares, muchos no cuentan con una alternativa habitacional. Además, denuncian que los propietarios no se están haciendo cargo de las reparaciones que requiere el inmueble, todo ello para forzarles a abandonar sus casas.