Los libros también son cosa de dioses
Sumeria, Grecia y Egipto son algunas de las civilizaciones cuyos mitos ofrecen un arte de la escritura ofrecido por sus propias deidades
Los libros también son cosa de dioses
Comunidad de Madrid
El Día Mundial del Libro ofrece un sinfín de actividades de las que disfrutar mientras uno se acerca a la lectura, así como es la fecha idónea para recordar la importancia de esta y de los diferentes mundos a los que uno puede viajar si coge un libro. Sin embargo, esto no sería posible si, siglos atrás, la escritura no hubiera surgido, ni, según los mitos, tampoco sin los dioses de quienes este acto depende.
La escritura nació en Sumeria alrededor del año 3500 a.C. en la forma de la escritura cuneiforme, refinándose en torno al 3200 a.C. en la ciudad de Uruk, aunque esa escritura no era como lo que podamos conocer hoy en día. Para convertirse en escriba, había que aprender a crear la tablilla sobre la que escribir; dominar más de seiscientos caracteres en el sistema cuneiforme y recibir educación en varios campos de conocimiento, incluidos la agricultura, la botánica, los negocios y las finanzas, la construcción, la política y la religión. Además, el motivo por el que surgió no fue literario, sino el comercio a larga distancia, ya que, a medida que las ciudades se fueron desarrollando y las rutas comerciales se fueron expandiendo cada vez más lejos de los centros de producción, los mercaderes necesitaban una forma más clara de comunicarse con sus mercados.
En cuanto al campo de la mitología, existen deidades sumerias como Nisaba, diosa de la escritura y los relatos, aunque, en un principio, considerada diosa del grano. Es hija de Anu y Unas (personificaciones del Cielo y la Tierra), si bien, en algunos sitios, se representaba como hija de Enlil y Ninlil. Con el tiempo, fue cobrando cada vez más importancia por toda Mesopotamia, llegando a ser invocada en bendiciones, súplicas e incluso maldiciones, aunque su relación con la escritura comenzó a surgir a medida que se iban documentando las transacciones de grano; y es que, como diosa que, inicialmente, se encargaba de hacer crecer el grano, también vigilaba las cuentas sobre dónde y cómo se distribuía. Además, incluso las tablillas escolares de los escribas terminaban con la frase "¡Alabada sea Nisaba!".
Por otro lado, en Grecia se pueden encontrar diversas figuras que guardan relación con la escritura. Por un lado, es necesario mencionar a Apolo como dios de las artes, incluyendo la poesía, pero también se puede encontrar a Cadmo, un príncipe de origen fenicio y, según la mitología helena, fundador y rey de Tebas, que viajó a Grecia desde su hogar en Tiro en busca de su hermana Europa (quien había sido raptada por Zeus), pero su misión de rescate fue abandonada después de que el Oráculo de Delfos le informara que su destino sería fundar una ciudad.
Cadmo enfrentó a un dragón y fue sirviente de Ares durante ocho años antes de fundar Tebas. Se le considera uno de los primeros grandes héroes de la mitología griega y se le atribuye el haber llevado el alfabeto.
Por último, si nos desplazamos hasta Egipto, es imposible no reparar en Thot, dios de la escritura, la magia, la sabiduría y la luna. Era uno de los dioses más importantes de esta civilización, del que, según algunas versiones, se dice que se creó a sí mismo y, según otras, que nació de la semilla de Horus al caer en la frente (o boca) de Set. Como hijo de estas dos deidades, que representaban el orden y el caos respectivamente, también era el dios del equilibrio, por lo que presidía el juicio de los muertos junto a Osiris en el Salón de la Verdad; y, a aquellas almas que temían no superarlo, se las animaba a pedirle ayuda.
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