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Drácula: un personaje tan real como mítico

El Día mundial de Drácula rinde homenaje a esta conocida figura de la literatura y el cine, cuyo origen se remonta a un personaje real del siglo XV

Drácula: un personaje tan real como mítico

Comunidad de Madrid

El cine de terror cuenta con algunos personajes que, hoy en día, constituyen todo un icono dentro del género. Muchos de ellos guardan relación con leyendas que se remontan a tiempos pasados, habiendo sido capaces de sobrepasar las páginas de los libros y llegar a la gran pantalla. Prueba de ello es el famoso vampiro Drácula, quien cuenta con su propio día internacional y una fama que entremezcla la leyenda y la realidad.

¿Quién no recuerda a ese mítico personaje con la piel pálida, su particular acento y sus inconfundibles colmillos? Sin embargo, antes de ser ese icono del cine, lo fue de la literatura. De hecho, ese día se conmemora por la publicación de su historia original, escrita por el novelista irlandés Bram Stoker y publicada en 1897. Aunque, antes de ser ese personaje literario, fue un hombre real (al menos, parte de él), ya que es sabido que Stoker se basó en el príncipe Vlad III de Valaquia para crear a su conde.

Vlad III fue un personaje histórico originario de Rumanía y vivió en el siglo XV. Se ganó el apodo de “Vlad el Empalador”, debido a la nula piedad y la crueldad que mostraba a sus oponentes, llegando a superar su cifra de víctimas las100.000 personas. Aunque también se ganó el sobrenombre “Drácula”, que, en realidad, se debe a una confusión; y es que su padre, Vlad II de Valaquia, habría ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (“drac” en húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo, pasando a ser conocido como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le llamó Vlad Draculea, que significa “hijo de Dracul”, pero, aunque este término pueda sugerir una traducción también referente a los dragones, es un término que se asociaba más al diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano “el hijo del diablo”, algo a lo que, si se añade esa fama sanguinaria que se labró, explica, en gran parte, esa leyenda vampírica.

Por otro lado, si uno atiende al contexto histórico de los Balcanes en aquella época, puede ver que este territorio formaba parte del Imperio Otomano, el cual se encontraba en plena fase de expansión. Frente a los otomanos se encontraban el reino de Hungría y los principados en los que, por aquel entonces, se dividía la actual Rumanía (Valaquia, Moldavia y Transilvania). Las guerras de frontera se convirtieron en una constante, siendo extremadamente violentas y en las que, las ejecuciones y represalias masivas, estaban a la orden del día. Vlad de Valaquia fue un producto de este ambiente, y su vida fue una lucha constante por la supervivencia y el poder, sin dejar de lado sus métodos sangrientos.

En cuanto a la leyenda que rodea a esta figura, el libro de Stoker narra una historia de terror que refleja la lucha entre el bien y el mal, el presente y el pasado, utilizando como escenario los Montes Cárpatos de Transilvania. Aquí, Vlad aparece como un conde de carácter ruin y despiadado que se convirtió en vampiro tras pactar con el diablo para regresar de entre los muertos, acechando a sus víctimas en las noches para beber su sangre y, así, no sólo sobrevivir, sino también rejuvenecer. Aunque, en los últimos años, se ha arrojado la luz sobre la que podría ser la auténtica historia predecesora de Drácula, en la que la figura vampírica no es un conde con siglos de vida, sino una vampiresa llamada Carmilla.

Si quieres saber más sobre estos personajes, ¡no te puedes perder la sección de esta semana!

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