"Las mujeres se autorretrataban con ropas caras para marcar la diferencia con los hombres": Carmen Morcillo, autora del libro "Pintoras en la historia"
La escritora de Alcorcón pasa por los micrófonos de Hoy Por Hoy Madrid Oeste para destacar el papel de las mujeres artistas durante el renacimiento
"Las mujeres se autorretrataban con ropas caras para marcar la diferencia con los hombres": Carmen Morcillo, autora del libro "Pintoras en la historia"
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Alcorcón
"Las mujeres se autorretrataban con ropas caras para marcar la diferencia con los hombres" dice Carmen Morcillo, autora del libro "Pintoras en la historia". La escritora de Alcorcón pasa por los micrófonos de Hoy Por Hoy Madrid Oeste para destacar el papel de las mujeres artistas durante el renacimiento. Hoy Carmen habla de dos pintoras: Catharina Van Hermessen y Sofonisba Anguissola.
Catharina Van Hermessen es considerada la primera mujer artista en el sentido moderno de la palabra. Nacida en Amberes en 1527 se especializa en retratos, entre los que destaca su "Autorretrato ante caballete", fechado en 1548 y considerado el primer autorretrato femenino conocido de una pintora.
Hija de un pintor manierista formado en Italia, en 1550 entra a trabajar en la corte de María de Hungría, regente de los Países bajos y hermana del emperador Carlos V. La regente fue una gran protectora de artistas y Catharina se convirtió en una de sus protegidas.
Tras casarse con Christian Morien, organista de la catedral de Amberes, abandona los pinceles para dedicarse a sus "obligaciones familiares". Con la abdicación de la Reina María el matrimonio la acompaña en su regreso a España, concretamente al Palacio del Infantado de Guadalajara. Fue entonces cuando colaboró en el Retablo de Tendilla del desaparecido Monasterio de Santa Ana, que actualmente se encuentra en el Cincinnati Art Museum.
Sofonisba Anguissola nace en Cremona en 1535 y es la mayor de siete hermanos. Su padre, comerciante, dió una educación exquisita a todas sus hijas, cuatro de ellas fueron pintoras, aunque Sofonisba fue la más dotada. A los catorce años su padre la envió a estudiar con Bernandino Campi y la adolescente empieza a deslumbrar por sus retratos familiares. Continuó estudiando con Bernandino Gatti y este aprendizaje con artistas locales sentó una base para que las mujeres fueran aceptadas como estudiantes de arte.
Sofonisba se vio obligada a inventar un nuevo estilo de retratos, sus personajes tienen poses más informales y los miembros de su familia y ella misma fueron los protagonistas de sus obras. Esta artista no tuvo posibilidad de estudiar anatomía ni de dibujar al natural, pues era considerado inaceptable para una señorita que esta viera cuerpos al desnudo. Además no cobraba por sus trabajos ya que en la mentalidad de la época, las mujeres que cobraban eran consideradas prostitutas. A cambio de sus retratos recibía regalos, telas o joyas.
Hacia 1558 viaja a Milán para pintar al Duque de Alba, lo que le cambió la vida al abrirle la puerta de la corte española. La pintora se traslada a España y, durante los trece años que vivió en la corte española, retrató a toda la familia real. Aún así su obra no dejó huella en las colecciones reales y hasta hace poco sus retratos eran atribuidos a hombres.
Fue aclamada y respetada durante su larga vida pero curiosamente en los siglos posteriores pasó al olvido. El Museo del Prado le dedicó una exposición en 2019 conjunta con otra pintora titulada "Sofonisba Anguisola - Lavinia Fontana. Dos modelos de mujeres artistas".