Sociedad

"No esperábamos que a nosotros también nos pasase": los vecinos de General Lacy 22 en riesgo de ser expulsados de sus casas

En el bloque viven familias trabajadoras, personas dependientes y personas mayores que por la subida de los precios del alquiler no pueden encontrar una alternativa habitacional en Madrid.

Fachada de General Lacy 22 con carteles reivindicativos que han colgado los vecinos del edificio.

"No esperábamos que a nosotros también nos pasase": los vecinos de General Lacy 22 en riesgo de ser expulsados de sus casas

Madrid

Los vecinos de la calle General Lacy 22 han recibido con asombro la noticia de que tienen que abandonar sus hogares. Su edificio no pertenece a un fondo buitre o una gran empresa, sino que es propiedad de una familia con la que nunca han tenido problemas. Sin embargo, tras el repentino cambio de la administración del edificio, los habitantes del bloque han comenzado a recibir burofaxes indicando que no se les renovarán los contratos y que, en unos meses, tendrán que irse.

Este sábado, los afectados se han manifestado por las calles del barrio de Arganzuela, pidiendo que no les echen de sus casas para convertirlas en pisos turísticos. Una problemática que, insisten, afecta a todo el barrio, porque cada vez hay menos vecinos y los comercios tradicionales están desapareciendo. Esta situación, además, se extiende también a otras zonas de la capital, como es el caso de los bloques de viviendas de Tribulete 7, Zurita 22 o Buenavista 25; aunque, en su caso, sí que están gestionados por fondos buitre.

"No es que el bloque lo haya comprado un fondo buitre, como estamos acostumbrados a escuchar [...]. En este caso la propiedad no ha cambiado, son nuestros propietarios de toda la vida. Es una familia tradicional que tiene este bloque y varios otros en Madrid y que, sencillamente, ha prescindido del servicio del administrador", explica Blanca, una de las vecinas del bloque.

Los inquilinos describen que el trato que siempre han tenido con el administrador ha sido cercano y excelente, por eso no se esperaban este cambio tan repentino. "Estamos en shock [...]. Expulsarnos de aquí no es solo cambiar de casa, [...] aquí vive gente que no ha conocido otro hogar", comenta la entrevistada.

Explican que recibieron la noticia del cambio de gestión a través de una carta y que, desde entonces, empezaron a llegar los burofaxes. Además, no han recibido más noticias ni han podido contactar con la empresa administradora o aclarar su situación con los propietarios, por lo que no saben a qué atenerse.

Su intención es la de negociar con la propiedad del inmueble, la inmobiliaria de la familia Campos Cebrián, porque muchos de ellos no pueden permitirse pagar otro alquiler o están en situación de vulnerabilidad. Buscan negociar un nuevo precio y razonar con la propiedad de la que llevan siendo inquilinos durante años, porque aunque no se trate de un edificio gestionado por un fondo buitre, las prácticas que se están llevando a cabo no distan demasiado de las que haría este tipo de entidades.

Familias sin alternativa de vivienda

El número 22 de la calle General Lacy está compuesto por 46 pisos y dos locales comerciales. En ellos viven familias trabajadoras con hijos menores, personas dependientes y personas mayores, que no tienen a donde ir si les expulsa de sus pisos. Algunos de ellos llevan viviendo en el edificio toda su vida, trabajan por la zona o sus hijos van a colegios del distrito, por lo que cambiar de vivienda les supone cambiar totalmente de vida.

"Llevamos viviendo 17 años aquí y, de un momento a otro, nos dijeron que nos iban a desalojar. Nos han dado tres meses", explica Karen - nombre que ha escogido como seudónimo -. Tanto ella como su pareja trabajan en la zona y su hijo estudia en un colegio cercano, pero no pueden permitirse alquilar otro piso en el barrio con la subida de los alquileres.

"Con nuestros ingresos tendríamos que irnos muy fuera de Madrid. Tendríamos que cambiar totalmente de vida, de trabajo, la escuela de mi hijo... Es sorprendente lo que está pasando en todo el barrio. Está desapareciendo la gente que lleva viviendo aquí años", comenta la vecina.

Los inquilinos denuncian que en el barrio no dejan de proliferar los pisos turísticos y que los precios han subido demasiado. Una situación que, incluso con un trabajo estable, supone que no puedan permitirse cambiar de vivienda. Este es el caso de Santiago, otro de los vecinos, que aún teniendo un trabajo estable en la Administración, debe abandonar su casa a finales de octubre: "No tenemos a dónde ir. Hay mucha gente en el edificio que no se puede ir porque no encuentran algo que pueda pagar".

"Este problema está en la conversación diaria. Hay un goteo de personas que se marchan, se van los amigos, ya no tienes con quién quedar en tu cercanía... Se va convirtiendo en un barrio más impersonal. Piso a piso, bloque a bloque, nos están fulminando", comenta el entrevistado.