Sociedad

El sueño del maestro que prometió el mar, hecho realidad

Un grupo de 28 niños y niñas de la Cañada Real y del barrio de La Cartuja de Granada han visitado por primera vez el mar de la mano de la Asociación y Escuela Benaiges

Imagen de @ajmontroig

Madrid

Esta historia cuenta una promesa que no se pudo cumplir. La hizo en 1936 el maestro Antoni Benaiges, natural de Tarragona. Prometió a sus alumnos de la escuela rural de Bañuelos de Bureba, un pueblo de la provincia de Burgos, que verían por primera vez el mar. Sin embargo fue fusilado por un grupo de milicianos falangistas. De hecho, su cuerpo a día de hoy aún no se ha encontrado, pero es cierto eso que dicen que no muere quién es recordado y él es un poso imborrable para la HISTORIA. Es por eso que en julio de 2024, la Asociación Escuela Benaiges, en colaboración con otras como la de Tabadol en la Cañada Real y la del Barrio de la Cartuja en Granada -además de la implicación activa de un grupo de personas comprometidas con la educación-, han llevado a término aquello que quedó pendiente: la promesa del maestro.

Desde las asociaciones llevaron a cabo un proceso de selección, los requisitos eran tener entre 8 y 13 años, no haber visto nunca el mar o, de haberlo hecho, no haberlo podido disfrutar. En la Cañada Real, más de 2.000 menores llevan años sin luz ni agua, y en La Cartuja los cortes de electricidad son continuos. Una vez seleccionados, algunos de los 28 niños que han realizado este viaje, contaban cómo se imaginaban este viaje. "¡Es mi primera vez!", exclamaba con una gran sonrisa uno de ellos. "Estoy feliz, esperando el día..., ya que nunca he ido a la playa", reconocía. "Yo tengo 13 años y estoy muy ilusionada, y agradezco a la asociación por todo lo que hacen por las niñas y niños de la Cañada", afirmaba otra de ellas.

Por eso este viaje ha servido también para romper tabúes y devolver la dignidad a los barrios más desfavorecidos. De hecho, la aventura empezaba pasando una noche en la Cañada Real. Los niños de la Cartuja fueron acogidos por algunas familias que viven allí. "Para ellos fue un choque con la realidad", contaba Noelia, una de las educadoras del barrio del sur de Andalucía. "Pero fíjate, pasó algo que nos dio a entender, una vez más, que el mundo necesita gente buena. Por la mañana, cuando estábamos desayunando todos juntos, los niños nos dijeron que se querían quedar todo el tiempo en la Cañada Real."

"Estábamos muy nerviosos todos, fuimos en tren y cuando bajamos y fuimos a ver lo que era la Cañada, pues vimos la casa, que se veía muy destrozada, pero luego por dentro estaba muy bonita", relataba uno de los pequeños. Al día siguiente -el pasado martes-, cogían el autobús de camino a Burgos, donde continuaba la gran aventura.

Burgos, Aragón, Navarra, La Rioja... un recorrido por la Memoria Democrática de Antoni Benaiges, el motor de este sueño. Pasando por Bañuelos de Bureba y finalizando en Mont Roig, su pueblo natal y el lugar que le vio crecer. "Estamos cumpliendo sueños", contaba Noelia, una de las educadoras.

Los alojamientos, transportes, la comida, las actividades y la difusión han sido posibles gracias a la implicación de entidades y Ayuntamientos, como el Museo de la Evolución Humana (Burgos), la Escuela Benaiges (Bañuelos de la Bureba), la Productora Filmax, la Asociación Memorialista La Barranca (La Rioja), la Asociación de Familiares de Fusilados 1936 (Navarra), el Parque de la Memoria (Sartaguda), el Centro de Estudios Maellanos y el CEIP Virgen del Portal (Maella), el Ayuntamiento de Maella, el Ayuntamiento de Mont-Roig del Camp, el Ayuntamiento de Cambrils y el Centro Cultural Blanquerna (Delegación de la Generalitat de Cataluña en Madrid).

Tras horas de viaje, el sábado a las nueve de la mañana, llegaban al mar. La presidenta de la Asociación Tabadol, Houda Akrikez, reaccionaba así: "ver la cara de los niños y las niñas la felicidad que tenían y la ilusión de estar todos y todas juntas para pasarlo bien en la playa era muy muy gratificante y muy bonito".

"A mí este viaje me ha encantado", decía uno de los niños. "He conocido muchas personas, mayores y pequeñas, y me ha gustado un montón..., ojalá repetir otra vez este campamento".

Al final es cierto eso que dicen, que las cosas más pequeñas son las más grandes. Algo tan simple y normalizado como pasar una mañana en el mar, para ellos ha significado algo que nunca olvidarán.