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Educación sexual y trabajo en familia para evitar que los menores se ‘aficionen’ a la pornografía

La psicóloga Blanca Vergara analiza cómo afecta el consumo de este tipo de contenidos para adultos en la visión que los menores adquieren de las relaciones sexuales, de la igualdad de género y de sus expectativas de adultos

Enganchados 1x6: Educación sexual y trabajo en familia para evitar que los menores se ‘aficionen’ a la pornografía.

Enganchados 1x6: Educación sexual y trabajo en familia para evitar que los menores se ‘aficionen’ a la pornografía.

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Fuenlabrada

Según indican los estudios el consumo de pornografía a través de las nuevas tecnologías empieza cada vez antes, hasta el punto de que la edad se sitúa entre los 9 y los 11 años, “una realidad muy preocupante”, indica Blanca Vergara, psicóloga de la Casa de la Mujer de Fuenlabrada, por lo que puede suponer en cuanto a que se “aficionen” a ver contenidos de adultos que no les hacen ningún bien.

La industria de la pornografía es un mercado económico que les propone un acceso libre sin ningún control, sólo con pinchar para indicar que eres mayor de 18 años, aunque no lo seas, puedes entrar, en muchos casos”, dice. Además, se ha detectado que cuando se buscan contenidos pornográficos, entre las situaciones más buscadas, se encuentran “violaciones a las madres, sexo por primera vez, jovencitas con mayores…, no hablamos de la erótica, de un mercado donde yo consumo algo desde el erotismo que me excita”. Al contrario, se ve “un mercado donde la pornografía indica la violencia, la sumisión plena de la mujer, ¡es que buscan violaciones! Al final esto influye en cosas que estamos viendo ahora como las violaciones con las manadas”, concluye la psicóloga.

Cuando un niño o preadolescente accede a estos contenidos hay que tener en cuenta que su cerebro no está preparado para entender las imágenes o soportar el impacto que le van a generar. “Si además vengo de una familia donde no he recibido una adecuada educación afectivo-sexual” el menor puede tener una imagen equivocada de las relaciones sexuales, explica.

Lo que ocurre, afirma Vergara, es que en la edades tempranas, los niños al exponerse a la pornografía, “a nivel fisiológico su sistema de excitación empieza a vincularse con esas imágenes y según van creciendo su excitación es con esas imágenes, cuando el día de mañana tenga una pareja y quiera tener relaciones sexuales va a necesitar esos niveles de excitación”.

Vergara recuerda que de los contenidos para adultos tendríamos que plantearnos muchas cosas, como que nos excite una violación en grupo, “eso es un delito” o que se plantee que la mujer disfruta en esa situación y nada más lejos de la verdad. “Se le enseña al menor que la mujer es un objeto sexual, no un sujeto, la educación sexual se va a pique con esto”.

La familia y la educación sexual

Por eso, Vergara habla de la importancia de la educación sexual en la familia, tratar este asunto con naturalidad y que el menor sepa que si ve algún contenido sexual que le impacte tiene a alguien a quien preguntar, contarle cómo se ha sentido o plantearle cualquier situación. “Debe saber que tienen a alguien a quien recurrir en estos casos. No digo padre, madre, abuelo…, digo, según los casos, figuras de referencia para hacerles llegar dudas a nivel sexual, incluido esto”.

En lugar del que el niño o la niña venga a nosotros, dice, es la familia la que tiene que dar el paso previo. “Hay que trasmitirle que estamos ahí para cualquier cosa que necesite; “Sé que hablar de sexo te da vergüenza y no entiendes todavía que esto funcione así, pero cualquier cosa me la puedes preguntar”. Si desde las familias no nos acercamos y creamos un entorno donde puedan acudir”, el menor se dirigirá a sus iguales y la respuesta no será la misma.

Es importante hacerles entender que el sexo se hace de forma consentida siempre. “La pornografía apoya ver a la mujer como un objeto y con un objeto no tengo que tener afectividad, por lo tanto no pasa nada porque ese objeto se rompa y no lo cuide”, dice. Por eso es necesario introducir la afectividad y la empatía. “Yo me tengo que sentir en sintonía, una atracción, una complicidad, para verbalizar lo que quiero y no quiero hacer”, es un paso muy importante para transmitirlo al menor con el fin de desmitificar y desmentir otras ideas.

 
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