En busca de los restos óseos de cuatrocientos cincuenta y un Brigadistas Internacionales

Madrid

A primera hora de la mañana una retroexcavadora desplegaba sus brazos, para comenzar a indagar en el lugar en el que el georradar indicó hace unos meses una zona idónea para emprender los trabajos. El cometido de la máquina es zanjear la zona, de unos cien metros cuadrados, y localizar lo que se denomina 'la discontinuidad' del terreno. Es decir, según explica Javier Iglesias Beixiga, director de la excavación : "Si el terreno no se ha alterado es continuo y nos vamos a encontrar capas de sedimento, de tierra, de piedras. Pero, en el momento en el que se construye una fosa, o se hace un agujero, esa continuidad se rompe y es lo que detecta el georradar". El lugar está a unos metros del cementerio de Fuencarral, en una escombrera, donde hace unos años, algunos de los vecinos del barrio de Montecarmelo plantan árboles, y dónde el Ayuntamiento de Madrid tiene la intención de construir un cantón de limpieza frente a las viviendas.

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Un cementerio profanado

Los vecinos de la zona llevan meses quejándose de las intenciones municipales para la instalación de esas dependencias del Selur junto a sus casas y la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales ponen el grito en el cielo porque hay documentos que prueban que cuatrocientos cincuenta y un soldados de veinticinco nacionalidades distintas, que dieron la vida en España durante la Guerra Civil podrían aparecer bajo esos terrenos en una fosa común. "La existencia de un cementerio perteneciente a las Brigadas Internacionales en Fuencarral es un hecho histórico muy conocido y documentado" asegura Andrés Chamorro de la AABI, "existen evidencias cinematográficas y fotográficas.

Tanto en la Biblioteca Nacional como en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid hay una colección del fotógrafo Santos Yubero sobre el cementerio de Fuencarral", pero insiste Chamorro: "el cementerio de las Brigadas Internacionales fue profanado en 1941 por el Ayuntamiento falangista de Fuencarral con el permiso del gobernador franquista de Madrid, y los restos de los brigadistas fueron arrojados a una fosa común extramuros. Todo ello se puede comprobar en el Archivo Regional porque se levantaron actas municipales. Lo único que se desconoce es el lugar exacto del entierro masivo aunque la nieta del antiguo sepulturero se apuntó el lugar exacto.

El bisabuelo de la holandesa

Esta mañana, una cabellera rubia al viento destacaba entre los vecinos de Montecarmelo. Era la de Dunia Veenhof, biznieta de uno de esos soldados que en 1936 llegaron a Madrid procedentes de toda Europa y América. Para ella, estar viviendo un acontecimiento de estas características era como sobre pasar la leyenda familiar : "estoy muy emocionada, mañana vuelvo a Países bajos, nunca pensé ser testigo de la búsqueda de los restos de mi bisabuelo. Mi madre está muy contenta porque ella estaba haciendo la genealogía familiar y supo de esta historia".

Heinz Schade, alemán antinazi que se refugió en Países Bajos

Este voluntario alemán, comunista, tuvo que exiliarse a Holanda tras haber estado encerrado en las cárceles de Hitler. Tras el golpe de Estado de Franco, se sumó al numeroso grupo de exiliados que trató de luchar contra el nazi-fascismo en España. Su periplo lo cuenta Rien Dijkstra, hijo de un brigadista holandés en un artículo que publica la AABI.

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