Blasfemia, un acto que siempre se castiga en la mitología
El derecho a la blasfemia es algo de lo que se goza desde hace algunos años, pero ese acto no siempre se ha hecho sin consecuencias
Blasfemia, un acto que siempre se castiga en la mitología
Comunidad de Madrid
El ser humano siempre se ha jactado de dominar sobre el mundo y todas las criaturas que lo habitan, llegando, a veces, a pensar que está por encima de los dioses, según se recoge en muchos mitos. En algunas ocasiones, esa creencia le ha llevado a burlarse de ellos (o, por lo menos, a retarles). Pero, aunque actualmente sea un derecho reconocido en algunos lugares, es un acto que no siempre se ha cometido sin consecuencias.
Este es un derecho que bien puede ligarse al derecho a la libertad de expresión, recogido en artículo 20 de la Constitución Española y el artículo 11 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Sin embargo, existe algo que, aunque a menudo se respalde en dicho derecho, queda fuera de estos documentos: el insulto, un asunto que se vuelve especialmente peliagudo cuando se habla de la religión; y es que, el 30 de septiembre, desde 2009, se conmemora el Día Internacional del Derecho a la Blasfemia, con el objetivo de incentivar a los individuos a expresar de una forma abierta su postura hacia las distintas religiones que existen, incluyendo aquellas posturas negativas.
Y, ¿qué es exactamente la blasfemia? Se suele entender como un término empleado en la ofensa o el insulto hacia todo lo relacionado con todo aquello que se considera sagrado, algo que, ya desde la antigua Grecia, se castigaba con creces (de hecho, este término deriva de ahí). Aunque también es muy popular en el Antiguo Testamento, ya que uno de los Diez Mandamientos recoge la prohibición de no pronunciar el nombre de Dios en vano, pudiendo caer, quien desatendiera esa orden, en un pecado de blasfemia. Sin embargo, otros episodios del relato bíblico dejan claro el alcance de los efectos que este pecado puede llegar a tener, como demuestra la desaparición de Sodoma y Gomorra ante el comportamiento colectivo ofensivo para Dios.
Por otro lado, los relatos griegos nos hablan de personas individuales que intentan engañar a los dioses en un acto de soberbia, como demuestran las figuras de Tántalo y Sísifo, quienes tampoco escapan de la justicia divina.
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