Mensajeros, los personajes esenciales de los mitos
A menudo, el papel del mensajero pasa desapercibido en la mitología, pero, sin ellos, muchas historias ni siquiera podrían haber continuado
Mensajeros, los actores esenciales de los mitos
Comunidad de Madrid
En el mundo de la mitología, son muchas las historias que existen, algunas con finales alegres, otras con finales trágicos, pero, sobre todo, llenas de personajes que intervienen de diferentes forman; y, de todos ellos, hay unos que, pese a pasar desapercibidos muchas veces, cumplen un papel esencial, sin el cual, el relato no podría desarrollarse: los mensajeros.
Desde que WhatsApp irrumpió en nuestras vidas, paree que los mensajes se han convertido en la principal vía de comunicación a distancia entre las personas, por encima, incluso, de las llamadas telefónicas. Aunque el concepto de mensaje es mucho más antiguo, tanto que podría ser algo que trascienda a lo humano.
No son pocos los mitos en los que los dioses se comunican con las personas, bien para algo bueno o para algo malo, aunque esos mensajes no siempre llegan de la mano de esos mismos dioses, sino que legan esa tarea en otras divinidades a menudo con fama de veloces e imparciales, pero no por ello con poca personalidad. No son pocos los mensajeros que se pueden encontrar en la mitología, algunos de ellos dioses, otras entidades menores, pero con un cometido esencial, ya que son los que tienden ese puente entre el mundo divino y los mortales.
Para hablar de los mensajeros, primero es necesario hablar del término “daimon”, un término griego que hace referencia tanto a la divinidad como al destino. De hecho, si se usa en singular, hablamos de la divinidad que interviene en el destino, mientras que, si lo usamos en plural, se suele referir a dioses menores, entidades varias e, incluso, las almas de los muertos; y, dentro del mundo griego, el mensajero indiscutible es Hermes.
En la cultura popular, a este dios se le conoce como el dios mensajero de los dioses, pero, en realidad, es muchísimo más que eso, ya que, además de transmitir los mensajes divinos, también es un psicopompo (encargado de guiar a las almas de los mortales hacia el inframundo), aunque su naturaleza pícara y extrovertida también lo convirtió en el dios de los ladrones, además de ser el protector de los comerciantes y de los viajeros (por no hablar de que es él a quien se le atribuye inventos como la lira, el alfabeto y los dados, además de ser un buen negociador gracias a su capacidad para la oratoria).
La visión oficial nos muestra a un dios hijo de Zeus y de la pléyade Maya, una de las sietes hijas del Titán Atlas; y hay varios mitos en los que se deja bastante claro el afán de este dios por liarla, empezando por ese conocido mito sobre el robo del rebaño de Apolo siendo él un tierno bebé, aunque también se le atribuye el delito de robo del tridente de Poseidón, las flechas de Artemisa y el cinturón de Afrodita.
Pero, si uno se fija en sus andanzas, puede detenernos en el mito de Zeus e Ío, en donde se supone que, cuando Hera se enteró de la relación que Zeus mantenía con la ninfa, para esconder sus actos, el dios se envolvió en una densa nube, pero, al darse cuenta de que había suscitado las sospechas de Hera, antes de que esta pudiera sorprenderles convirtió a Ío en una ternera y se la regaló a su esposa, poniéndola Hera bajo la vigilancia del monstruo Argos. Fue entonces cuando Hermes, disfrazado de pastor, logró adormecerle con música y cuentos, y cuando cerró todos sus ojos, acabó con su vida. Aunque, según otros mitos, también liberó a Ares de su prisión en un caldero y no se libra de aparecer en la Ilíada durante la Guerra de Troya, ni en la Odisea, apoyando a los aqueos y actuando como consejero y guía del rey troyano Príamo y dándole a Odiseo un antídoto contra los hechizos de Circe, que había convertido previamente a su tripulación en cerdos cuando llegaron a su isla.