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Los niños chabolistas de Entrevías también compraban Phoskitos en los años setenta

La segunda fase de las excavaciones en el solar contiguo a la casa fotografiada en 1936 por Robert Capa saca a la luz restos de envoltorios de chuches, pipas y bollería industrial de los años 70

Phoskitos y Arqueología

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Esos niños y niñas que ahora tendrán más de cincuenta años y que vivían junto con sus padres y abuelos en infraviviendas, utilizaban sus momentos de ocio, quizás después del cole para comerse unas pipas de girasol, unas chuches, o puede que unos Phoskitos. El arqueólogo del CSIC, Alfredo González Ruibal, explica en su hilo de la red social X, que podría tratarse de la primera vez que un envoltorio de un pastelito industrial haya sido objeto de estudio arqueologico: " Por ahora, lo que estamos documentando es el nivel de abandono de las chabolas que existieron en los años setenta. Siempre han aparecido muchos objetos relacionados con los niños, sus juguetes, sobre todo, pero también su calzado y su ropa. Pero lo curioso, son las chuches". Cuando estos menores salían del colegio por la tarde, se dirigían al puesto de golosinas que había en la casa del número 10 de la Calle Peironcely, la misma que fotografió Robert Capa en 1936 después de un bombardeo de la Legión Condor en la Guerra Civil. Allí compraban las pipas de girasol, los 'flash' - helados de agua con distintos sabores - y sobre todo los Phoskitos. "Estos bollos industriales se empiezan a vender en el año 1972 - incide González Ruibal - cuando aún están en pie las chabolas de Entrevías - y se ponen muy de moda durante los años ochenta " .

Regalos y pastelitos

A estos pastelitos acompañaban - como ahora - en el paquete pequeños juguetes con los que se entretenían los menores. Ese era el lema repetido incesantemente en los anuncios de entonces : Phoskitos, regalos y pastelitos.

Más allá de esta anécdota sobre bollería industrial y golosinas al atardecer, lo que nos están diciendo los restos encontrados en el solar de mil metros cuadrados entre las calles Peironcely y Miguel de la Roca es cómo paulatinamente se fue introduciendo a los menores en la sociedad de consumo que de manera incipiente comenzaba a nacer a mediados de los años setenta en Madrid, también entre las chabolas y las infraviviendas. "La gente de clase trabajadora con limitados medios materiales empieza a consumir con el desarrollismo, objetos y alimentos que hasta ese momento solo podían haber soñado. En ese florecimiento en España empiezan a llegar hasta los hogares más marginados bienes de consumo de todo tipo de los que incluso participan los menores. Es un momento bisagra clave en la Historia de nuestro país y de Madrid, la sociedad de consumo con la que nos identificamos perfectamente" , añade el arqueólogo del CSIC

Myriam Soto

Myriam Soto

Redactora de Radio Madrid

 
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