¿Cómo se prepara al difunto para su último adiós?: Esther, estudiante de tanatopraxia, explica el proceso
Maquillar, peinar y preparar a los fallecidos, asegura la vecina de Alcrocón, "es un trabajo de mucha responsabilidad moral"
Móstoles
Los tanatopractores y tanatoestéticos, son los profesionales que se dedican a preparar a los difuntos para su último adiós. Se encargan de la higienización, conservación, embalsamiento, restauración, reconstrucción y cuidado estético de los cadáveres. Preparan al fallecido, también maquillándolo y peinándolo, para el velatorio. Esther, de 29 años, es de Alcorcón y lleva 6 meses formándose en el Instituto Español Funerario para dedicarse a ello, "es un trabajo de mucha responsabilidad moral", asegura. Llevaba 10 años siendo recepcionista de hotel cuando decidió dar este giro en su carrera profesional. En Hoy por Hoy Madrid Oeste, para la sección 'Y tú, ¿qué haces?' en la que toman la palabra los jóvenes del suroeste madrileño, Esther cuenta su experiencia.
Antes de enfrentarse al cuerpo del difunto, según explica Esther, es necesario hablar con sus familiares para hacerte conocedor de la vida y los últimos meses de esa persona, y cuál era su aspecto físico". No hay una manera estandarizada de maquillar a los difuntos, sino que según la manera que tuviese de prepararse mientras vivía, se intenta imitar de manera fiel el estilo y la imagen de cada uno. "Si era hombre, hay que saber si llevaba barba, si era mujer, saber si se maquillaba", asegura. En el caso de las mujeres mayores, dice que se suelen repetir los hábitos estéticos: "suelen llevar esos labios rojos, uñas siempre hechas..." y los profesionales de la tanatoestética replican eso en el cuerpo del difunto o difunta.
Ante todo, subraya que el objetivo principal es "la naturalidad", "que parezca que está durmiendo". En casos como las muertes por accidentes, el rostro del fallecido puede necesitar una reconstrucción para conseguir ese aspecto natural, como el que tenía el fallecido en vida. Para ello, se puede utilizar la "cera mortuoria", con la que se pueden reconstruir partes de la cara como "una oreja o una nariz".
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"Siempre tuve la espinita y la curiosidad de poder formarme en lo que me llamaba la atención, que era esto." "Desde muy pequeñita tuve la experiencia de familiares cercanos que habían fallecido", asegura. Esa temprana cercanía con la muerte, le marcó desde siempre: "Siempre tuve la espinita y la curiosidad de poder formarme en lo que me llamaba la atención, que era esto." la curiosidad se juntó con su gusto por la estética y una vocación por ofrecer a las familias un servicio que les permita "tener la manera correcta de decir adiós"