El apagón nos dejó sin luz, pero abrió una ventana a la reflexión de cómo reaccionamos, nos comunicamos y nos relacionamos cuando desaparece todo lo que damos por hecho

Alcobendas

El 28 de abril, un corte eléctrico inesperado nos sacó de la rutina. Hoy, en el espacio de Comunicación, reflexionamos sobre cómo nos relacionamos cuando todo lo que dábamos por hecho deja de estar.Y, con ella, se detuvieron muchas de las cosas que solemos dar por sentadas: los dispositivos, las pantallas, los relojes que marcan cada segundo de nuestra rutina. Durante unas horas, se impuso el silencio, la pausa obligada, la oscuridad inesperada.

Ante ese apagón, las reacciones fueron muy distintas.Algunas personas sintieron miedo, otras estrés, incertidumbre, desconcierto. Pero también hubo quienes experimentaron una sensación poco común: la de estar presentes, más conscientes, más conectados con lo esencial.

Y es que salir de la zona de confort no solo nos incomoda: también nos despierta. Nos obliga a mirar con otros ojos, a comunicarnos de otra manera, a adaptarnos sin guiones ni automatismos. Nos enfrenta a lo que somos sin filtros ni intermediarios.

Tomamos como punto de partida ese corte eléctrico para abrir una reflexión más amplia:¿Cómo nos relacionamos cuando el marco habitual desaparece?¿Qué nos dice nuestro comportamiento en momentos de desconexión forzada?¿Dependemos demasiado de lo externo para comunicarnos… o también sabemos escucharnos y expresarnos cuando todo se apaga?

Porque a veces, solo cuando la luz se va, comprendemos cuánta claridad puede haber en lo simple. Y cuánto nos revela una interrupción que nos devuelve, aunque sea por un instante, a lo humano.