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La patética: Miguel del Arco, música, delirio y última voluntad sobre las tablas del Teatro Valle-Inclán

Escrita y dirigida por él, la obra nos sumergió en la mente y los delirios de Pedro Berriel, un director de orquesta que, frente a la inminencia de su muerte, se embarcó en la grabación de la Sinfonía nº 6 de Chaikovski, mientras imaginaba conversaciones imposibles con el célebre compositor ruso

La patética: Miguel del Arco, música, delirio y última voluntad sobre las tablas del Teatro Valle-Inclán

Madrid

Este domingo, A vivir Madrid se trasladó a la Sala Grande del Teatro Valle-Inclán para asomarse a La patética, la última creación de Miguel del Arco. Escrita y dirigida por él, la obra nos sumergió en la mente y los delirios de Pedro Berriel, un director de orquesta que, frente a la inminencia de su muerte, se embarcó en la grabación de la Sinfonía nº 6 de Chaikovski, mientras imaginaba conversaciones imposibles con el célebre compositor ruso.

Humor negro, emoción y resistencia

La propuesta cruzó realidad y ficción con una buena dosis de humor negro, emoción desbordada y delirio vital. Con un elenco potente —Inma Cuevas, Francisco Reyes, Juan Paños, Israel Elejalde y Jimmy Castro, entre otros—, La patética exploró el deseo de dejar un legado artístico, la lucha contra el miedo a morir y la búsqueda de sentido en medio del caos.

El arte como última barricada

La obra mostró a un Pedro que no solo quería grabar su obra maestra, sino también dejar una marca política y personal. Imaginó un gesto final frente al mismísimo Putin durante el Concurso Internacional Chaikovski en Moscú, convirtiendo la música en su último acto de resistencia, de afirmación vital y de rebelión.

Una puesta en escena para atravesar cuerpo y alma

Con escenografía de Paco Azorín, iluminación de David Picazo y música de Arnau Vilà, el montaje propuso un viaje sensorial cargado de detalles estéticos, donde cada elemento, del vestuario a la composición sonora, estuvo al servicio de una experiencia teatral total. Una obra que, como la propia sinfonía, llevó al público de la oscuridad al arrebato, del miedo a la afirmación.

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