El 73% de los madrileños con movilidad reducida renuncian a su vida social por las barreras arquitectónicas: "En algunos sitios es imposible acceder con una silla de ruedas"

"Las ciudades no están adaptadas. Hay sitios donde no podemos acceder con una silla de ruedas o una scooter eléctrica". Es la reclamación de tres de cada cuatro madrileños que sufren algún tipo de problema de movilidad reducida. Aseguran que deben recurrir a ayudas de familiares y que no pueden desempeñar su vida social con normalidad.

Así lo describe un estudio elaborado por COCEMFE, la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica y la Mutua de Propietarios de Madrid. El informe también apunta que encontrarse ante un entorno no accesible no solo condiciona la movilidad, sino que afecta directamente a las emociones y crea sentimientos de impotencia (29%) y frustración (28%).

La Cadena SER ha podido hablar con Montserrat Leiva, una vecina de Fuenlabrada que tiene artrosis y esclerosis degenerativa. Es una enfermedad genética que sufre desde hace más de diez años. Su principal denuncia es que no puede ni subirse a un tren. "El transporte público está mal adaptado. Algunas estaciones de metro no tienen ascensor y es imposible cargar con una scooter eléctrica que pesa 50 kg para subirla al tren", insiste Montse.

Denuncia también que a la hora de circular por las calles de la región, encuentra una multitud de baches. "No me siento cómoda cuando salgo a la calle", añade.

También repercute en su vida laboral

Otro de los problemas a los que se enfrenta este colectivo es el de la falta de empleo adaptado para sus necesidades. Montse, antes de que esta enfermedad se manifestara, era dependienta de una tienda. Debido a sus problemas de movilidad, se fue al paro y desde entonces solo la llaman para puestos de teleoperadora en los que le aseguran el teletrabajo pero le obligan a formarse en un centro muy alejado de su casa y sin adaptación para su situación.

Plano emocional

Esta doble penalización también se refleja en el plano emocional donde el informe pone de relieve la necesidad de tener en consideración las consecuencias emocionales del impacto de las barreras arquitectónicas. En líneas generales, el sentimiento predominante al encontrase en un entorno no accesible es la impotencia (29%) y la frustración (28%), y las mujeres presentan de nuevo niveles más altos de frustración -35% frente a 28% en hombres- y tristeza -10% frente a 6%-.

Por el contrario, un 18% de los madrileños con movilidad reducida se siente motivado para buscar soluciones y otro 10% declara sentirse enojado. Otras emociones como la tristeza (8%) o la indiferencia (2%), son menos frecuentes.