Plantas aromáticas y autóctonas, parecidas en su resistencia a la sequía, pero muy distintas en nuestros jardines

Miraflores de la Sierra

En la sección de Botánica de esta semana, Óscar Domínguez aclara la confusión que suele surgir entre las plantas aromáticas y las autóctonas. Aunque con frecuencia se las relaciona con la resistencia al calor y la falta de agua, lo cierto es que se trata de conceptos distintos.

Las plantas aromáticas se caracterizan por el olor de sus hojas, un rasgo que no solo las hace atractivas, sino que forma parte de su estrategia de defensa frente a la sequía. Gracias a los aceites esenciales que generan, estas especies consiguen soportar mejor las altas temperaturas. Algunas son autóctonas, pero otras han llegado de fuera y se han adaptado con éxito.

En cambio, las plantas autóctonas son aquellas que crecen de manera natural en nuestros campos y bosques. Están plenamente integradas en el ecosistema local, pero trasladarlas al jardín no siempre es sencillo: requieren suelos específicos, riego muy limitado y un entorno que respete sus ritmos.

Quienes quieran apostar por la jardinería sostenible deben tener en cuenta estas diferencias. Las aromáticas prosperan en lugares soleados y bien drenados, mientras que las autóctonas agradecerán un espacio que imite lo más posible las condiciones de su hábitat natural. En ambos casos, se trata de aliados verdes que, bien cuidados, pueden aportar belleza, aroma y resistencia a cualquier espacio.