Enfermera gestora de casos de cáncer de mama: “Cuando empatizas mucho y luego no lo superan, lloro”

Leganés

Desde hace casi un año y medio Isabel Sánchez se ha convertido en la ‘enfermera gestora de casos’ para pacientes con cáncer de mama en el Hospital Severo Ochoa de Leganés. Reconoce que es un trabajo donde el factor humano es primordial, porque su labor es escuchar, apoyar y ayudar en todas las dudas o problemas que surjan a las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama, aunque reconoce que de ellas también aprende mucho.

Explica que cuando sabes que tienes esta enfermedad “lo primero que piensas es que te mueres”, pero “hoy en día esto no tiene porque ser así”. Recuerda que se ha avanzado mucho en los tratamientos y los resultados son cada vez mejores. Qué viene a continuación, qué tienen que hacer, e incluso cuestionarse qué ha hecho mal para tener esta enfermedad, son algunas de las preguntas más habituales que le llegan. “Una de mis principales tareas es tranquilizar a la mujer, quien una de las cosas que pide nada más saber lo que le pasa es que se lo quiten cuanto antes y saber si está diagnosticado a tiempo”.

“Es cómo un ángel”

Todo ese proceso lo conoce muy bien Rosa Cruz, operada de cáncer de mama el pasado año. Ella se deshace en elogios hacia Maibe, forma familiar y cariñosa de llamar a Isabel, tal es la empatía que alcanza con sus pacientes. “Llegas perdida, luego aparece un ángel, y te soluciona muchas cosas”, dice e referencia a Isabel. Cuando a Rosa la operaron de los dos pechos y tuvieron que reconstruirle uno de ellos comenzó un proceso duro que ha llevado mucho mejor junto a su ‘enfermera gestora de casos’. “Te puedes poner en contacto con ella y te soluciona todo, porque es muy resolutiva, además de que te aporta ayuda moral. Te llama por teléfono…, es como una madre pendiente de ti”, cuenta en SER Madrid Sur.

Una relación estrecha de las pacientes que también vive Isabel, quien reconoce que cuando empatiza mucho y al final esa persona no supera la enfermedad, ella termina llorando. “Aunque en la carrera me dijeron que hay que empatizar lo justo, a veces no se puede”,

Ahora Isabel acaba de terminar una formación que le permitirá tatuar la areola y el pezón en el pecho reconstruido de su paciente Rosa. Es un paso más en un trabajo que la llena como persona y como enfermera y que a las mujeres a las que ayuda les supone una mano tendida para pasar todo el proceso. El mensaje de esperanza también lo aporta Roda quien recuerda que “lo importante es que estamos vivas gracias a la ciencia y siempre van a poner todo de su parte. Estamos en buenas manos”.