La Zarzamora, mucho más que pinchos

Colmenar Viejo

Las zarzas son plantas que tienen una capacidad de invasión sorprendente porque si no fuera por los animales y por el propio ser humano acapararían buena parte del suelo gracias a estrategias que han desarrollado con enorme eficacia como la facilidad con la que sus semillas se propagan a través de frutos apetitosos que atraen a aves y mamíferos y cuyas semillas atraviesan intactas el tracto intestinal para después germinar en nuevos lugares, o la protección que les brindan sus pinchos que dificultan que el ganado reduzca su presencia, además de la flexibilidad de sus tallos que las hace resistentes al viento y la dificultad de eliminarlas sin herramientas apropiadas, todo ello las convierte en plantas que suelen resultar antipáticas porque se enganchan en la ropa y en la piel provocando arañazos, aunque siempre existe un truco para soltarse de ellas retrocediendo unos pasos.

Pero más allá de estas incomodidades las zarzas presentan muchas ventajas para el medioambiente ya que sus raíces descompactan el suelo favoreciendo la aireación y la entrada de agua, generan un humus muy abundante que convierte a un zarzal desbrozado en un terreno ideal para cultivar, protegen a los árboles jóvenes de la presión del pastoreo y de las inclemencias, y además fomentan la biodiversidad al ofrecer refugio a pájaros, conejos y otros animales pequeños y servir de alimento para aves, mamíferos, insectos polinizadores e incluso reptiles, de modo que su presencia crea pequeños ecosistemas que sostienen la vida de muchos seres.

El ser humano también ha sabido aprovechar la zarza a lo largo de la historia, desde usarla como cercado natural hasta emplear el terreno que deja tras un desbroce para preparar suelos de cultivo, sin olvidar su valor en la alimentación gracias a las moras que son ricas en vitaminas y minerales.

Los usos de la zarza en la vida cotidiana son múltiples y van desde consumir las moras frescas o transformarlas en mermeladas, jugos, licores y postres, hasta aprovechar el jugo de los frutos por su efecto refrescante y tonificante en estados febriles, utilizar las hojas en infusiones para enjuagues bucales y lavado de heridas gracias a su acción cicatrizante, preparar cataplasmas con hojas para curar afecciones de la piel, emplear brotes tiernos para fortalecer las encías o combinar hojas, raíces y flores en infusión para tratar diarreas y colitis, mientras que las flores pueden usarse como astringente suave, en decoraciones culinarias o en jarabes, y la raíz y corteza han servido en algunos lugares como remedios veterinarios y auxiliares en partos animales.

Todo esto nos recuerda que aunque la zarza pueda parecer la mala hierba por excelencia debemos aprender a cuidarla y respetarla porque ella también nos cuida a nosotros, es hogar de muchos animales y una fuente de alimento, medicina y tradición cultural desde hace milenios, por eso nunca debe convertirse en un escondite de basura sino en un espacio vivo que sigue cumpliendo un papel esencial en el equilibrio natural.