Un viaje por la América profunda a bordo de una caravana y un perro llamado Charley

Alcobendas

En esta nueva parada de ‘Vuelta al mundo en 90 libros’ con Davel Puente, dejamos atrás Latinoamérica para adentrarnos en Estados Unidos. Pero no el de Hollywood ni los rascacielos de Nueva York, sino el que se recorre a bordo de una caravana llamada Rocinante, en compañía de un caniche francés llamado Charley.Así viajó John Steinbeck en 1960, cuando ya era un escritor consagrado, decidido a mirar su país con ojos nuevos. El resultado fue ‘Travels with Charley: In Search of America’, publicado en 1962: un libro de carretera que se convierte, poco a poco, en un retrato íntimo de la América profunda.

Steinbeck, autor de ‘Las uvas de la ira’ y ‘De ratones y hombres’, se embarca en esta travesía con un propósito claro: reconectar con la gente, escuchar sus voces y entender cómo estaba cambiando su país. Recorre más de 16.000 kilómetros y 34 estados, observando un Estados Unidos en transformación. Lo hace con humor, ternura y una melancolía que atraviesa cada página. Su objetivo no es contar una gran historia, sino encontrar pequeñas verdades sobre lo que significa ser estadounidense.

Entre los momentos memorables del viaje está la presentación de Charley, su perro “diplomático”, tan cortés como inteligente; los encuentros con gente común —granjeros, camioneros, camareras— que le regalan breves pero valiosas historias de vida; y el paso por el sur del país, donde Steinbeck se enfrenta al racismo y las tensiones raciales que marcaron una época. En esas páginas, el tono del relato cambia: de la nostalgia al desencanto.

Más de sesenta años después, ‘Travels with Charley’ sigue siendo un texto sorprendentemente actual. Habla de desigualdad, identidad y pertenencia, temas que todavía definen a Estados Unidos. Muchos lo consideran un precursor del “road trip” literario, pero también un diario filosófico donde el viaje exterior refleja un viaje interior.

Es un libro ideal para leer sin prisa, con una sonrisa. No tiene una trama complicada: son encuentros, pensamientos y paisajes que invitan a detenerse. Steinbeck nos recuerda que para conocer un país no basta con visitar sus monumentos: hay que hablar con su gente. Y sobre todo, que el viaje más importante no siempre se mide en kilómetros, sino en lo que descubrimos dentro de nosotros mismos.