De El Berrueco a Sieteiglesias: un paseo hasta el puente romano que custodia siglos de historia

Sieteiglesias

Hoy, en Rutas por la Naturaleza, proponemos un breve pero fascinante recorrido entre El Berrueco y Sieteiglesias, un itinerario que guarda uno de los tesoros viarios más singulares de la Sierra Norte: el puente romano sobre el arroyo Jóbalo.

De origen incierto y posiblemente ligado a una ramificación norte de la vía romana 25 del Itinerario de Antonino, este puente pudo conectar Toletum con el puerto de Somosierra pasando por Buitrago de Lozoya. Lo que sí está documentado es que, hasta el siglo XVIII, fue un paso imprescindible para los carruajes que se dirigían a Madrid desde Somosierra o viajaban hacia Burgos y Soria. No en vano, era el único puente de piedra que cruzaba el Jóbalo. Su estructura, de un solo ojo con bóveda de cañón de sillería y resto en mampostería con mortero de cal, lo convierte en una joya arquitectónica bien conservada.

Paseo hacia el Puente Romano

El paseo comienza en El Berrueco, siguiendo la señalización hacia el Puente romano desde la S.V. SN96, situada en la confluencia entre la carretera y la travesía de Cervera. El paisaje, marcado por imponentes afloramientos graníticos y los cerros de Las Cabreras, acompaña al caminante en esta primera parte del trayecto.

Desde la siguiente señal vertical, la SN95, el camino avanza entre fincas delimitadas por muros de piedra seca, con la carretera de Sieteiglesias a la izquierda. Poco después, el sendero se interna entre fincas para desembocar directamente en el puente romano, que cruzamos para salvar el arroyo Jóbalo.

La Necrópolis medieval del Berrocal de la Iglesia

La ruta continúa ya próxima a la carretera hasta llegar a Sieteiglesias, donde espera otro punto imprescindible: la Necrópolis medieval del Berrocal de la Iglesia. En este conjunto arqueológico, excavado entre afloramientos graníticos, se han documentado 85 tumbas datadas entre los siglos IX y XI, probablemente vinculadas a las repoblaciones cristianas de la zona.

Un recorrido corto, accesible y cargado de historia, perfecto para descubrir algunos de los rincones más valiosos —y menos conocidos— de la Sierra Norte madrileña.