Violencia de género en la tercera edad: un caso de maltrato psicológico y acoso que acabó en alejamiento
Ana desde muy joven sufrió la violencia psicológica con su marido, pero nunca pensó que ya en la tercera edad, con su nueva pareja, volvería a vivir el calvario. Ana nos cuenta su experiencia y varias expertas en violencia de género hablan de este problema en las mujeres más mayores
Entrevista con Ana, mujer de 74 años, que ha sufrido violencia de género y con dos expertas en ayudar a víctimas de violencia machista.
Fuenlabrada
Ana (nombre ficticio) tiene 74 años de edad y reside en un municipio del sur de Madrid que prefiere no desvelar. Ahora, después de dos relaciones donde sufrió maltrato psicológico y acoso tras una separación, es una mujer empoderada y feliz, pero todavía sus fantasmas del pasado no han desaparecido del todo. “Soy feliz, aunque no se van del todo mis miedos”, cuenta en una entrevista concedida a SER Madrid Sur. A edades más avanzadas, indican las expertas que trabajan contra la violencia de género, este problema es más difícil de identificar para ellas y de asumir.
Su historia de maltrato comenzó nada más casarse. Año 1976, con 25 años, y después de un largo noviazgo sin problemas, Ana se casó con el que sería su marido y tendría dos hijos, pero el problema comenzó la primera noche, cuando él dudo de su virginidad y comenzó a denigrarla. A partir de ahí el maltrato psicológico fue una constante en la relación. “Yo era una mujer sumisa de aquella época, no trabajaba porque él no quería, no salía para nada y él era un picaflor”, cuenta. Además, la relación se complicaba aún más por los celos patológicos de su pareja que se extendían a hombres de su familia, cuñados, tíos…
En esa época también sufrió violencia económica, algo que hasta muchos años después no supo identificar. Hasta que a principios de los 90 decidió separarse y ella sola se personó en el juzgado. “Iba hacía allí y varias veces estuve tentada de volverme, pero no, al final fui”.
La reacción de él ante su decisión de separarse: “Que yo era tonta, que la decisión era de mi familia y no mía…”. Cuatro años estuvieron conviviendo después de esto hasta que al final sus vidas se separaron. “En mi matrimonio no tenía ni voz, ni voto, ni sabía, como conocí más tarde, que el piso estaba embargado”.
Una nueva relación que tampoco la quiso bien
Después de siete años intentando tomar las riendas de su vida, conoció a otro hombre con el que emprendió una relación, pero sin llegar a convivir. Una relación en la que se volvió a encontrar con el maltrato psicológico. “Me infravaloraba, tenía continuas faltas de respeto, me decía “eres tonta o casi lista” y tenía un carácter muy fuerte”.
Ana intentó dejar la relación después de muchos años, pero no lo conseguía, temía porque pudiera “hacer algo” a sus hijos. Al final, tras la separación obligada de la pandemia, cortó. Pero no fue tan fácil. Él no lo terminaba de aceptar y empezó el acoso. La enviaba continuamente WhatsApp, cartas, la esperaba fuera de casa y la seguía, como cuando llevaba a sus nietos al colegio. “Tuve que denunciarle”, cuenta, y al final, tras el juicio, llegó la orden de alejamiento. Ana terminó acudiendo al Punto de Violencia de su municipio para recibir ayuda, tenía que recomponerse por dentro a sus más de 70 años.
Las mujeres mayores no saben reconocer el problema
La violencia de genero en las mujeres de la tercera edad todavía es un problema que muchas no saben identificar, en gran parte por la educación recibida en una infancia donde la mujer tenía que estar a las ordenes de su marido. Las expertas en trabajar el tema reconocen que a pesar de que cada vez hay más medios públicos para prevención y atención, además de información, todavía queda mucho por trabajar con ellas.
Pilar Garrote, trabajadora social del Punto Municipal del Observatorio Regional de Violencia de Género de Parla, cuenta como es complicado que a edades avanzadas la mujer acabe siendo consciente de que sufre o vienen sufriendo violencia de género. “Les cuesta identificarlo”, afirma, pero cuando lo hacen y van a los puntos municipales, donde se ayuda a las mujeres que sufren este problema, suelen ser “muy participativa y colaboradoras”.
Mayte Naranjo, coordinadora de la concejalía de Igualdad, Feminismo y LGTBI de Parla, afirma que “todavía cuesta mucho que acudan a pedir ayuda. Es un colectivo muy invisibilizado”. En estos casos sufren una doble violencia, explica Naranjo. Por un lado, tiene que ver con el edadismo, y por otro, con el hecho de ser mujer.
Por eso, cree que es necesario adaptar más los servicios dirigidos a ayudar a estas mujeres para solventar las barreras tecnológicas y que les llegue mejor la información. Tanto Naranjo como Garrote reconocen que el ámbito sanitario es fundamental para detectar la violencia de género a edades avanzadas, porque son los sanitarios los que dan con el problema y lo comunican.
Los municipios de la Comunidad de Madrid cuentan con Puntos municipales del Observatorio Regional de Violencia de Género, en virtud de convenios firmados con el Gobierno regional. Aquí se presta atención integral a mujeres víctimas de violencia de genero a través de un equipo multidisciplinar formado por un trabajador social, una abogada, una psicóloga para mujeres y otra infantil.