Uruguay en clave de óxido y belleza: redescubriendo ‘El astillero’ de Juan Carlos Onetti
Un clásico que mezcla decadencia, humor negro y una belleza áspera para retratar la derrota más humana

Uruguay en clave de óxido y belleza: redescubriendo ‘El astillero’ de Juan Carlos Onetti
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Alcobendas
En la nueva entrega de Viaje al mundo en 90 libros, Davel Puente nos invita a recorrer uno de los rincones más sombríos y fascinantes de la literatura latinoamericana: ‘El astillero’, la novela que Juan Carlos Onetti publicó en 1961 y que, pese a su edad, sigue resultando moderna, irónica y sorprendentemente viva. Un clásico uruguayo en el que el protagonista, Larsen, parece condenado desde la primera línea. Quien se acerque a sus páginas buscando aventuras marítimas o persecuciones deberá saber que el mar aparece menos que en pleno centro de Madrid.
El autor y la obra
Onetti, tímido, huraño y célebre fumador, se consolidó como uno de los grandes nombres de la literatura del continente. Creador del mítico pueblo de Santa María, supo retratar como pocos ese ambiente donde los personajes parecen vivir peor que en un lunes de enero. A lo largo de su vida pasó por Uruguay y Buenos Aires antes de exiliarse en Madrid, donde escribió desde la cama con la intensidad de quien ha vivido mil vidas.

‘El astillero’ de Juan Carlos Onetti

‘El astillero’ de Juan Carlos Onetti
La novela sigue el regreso de Larsen a un astillero abandonado para ocupar un cargo directivo que no es más que una farsa. Todo está en ruinas: la empresa, sus jefes, los proyectos y hasta las ilusiones del protagonista, que parecen venir sin garantía. Onetti utiliza ese paisaje oxidado para hablar de decadencia y de un país detenido en el tiempo, siempre con un humor negro que combina ironía y melancolía en partes iguales. Nada es del todo dramático, pero nada es del todo gracioso, una sensación que atraviesa la obra como una punzada constante.
Personajes principales
Los personajes —Petrus, el dueño enfermo del astillero, y Angélica, la hija que encarna un amor posible solo en teoría— se mueven como sombras que respiran. Los diálogos son tan secos que rozan el silencio, y los silencios tan largos que parecen pedir un vaso de agua. Onetti construye así un mundo donde lo no dicho pesa tanto como lo que se enuncia. Su estilo, cercano a una poesía quebrada, arma un universo que recuerda a una película en blanco y negro: frases cortas, imágenes potentes y una atmósfera espesa que atrapa sin necesidad de grandes acontecimientos.
Leer ‘El astillero’ es adentrarse en un lugar húmedo y sombrío donde cada frase ilumina un rincón inesperado. Es una obra amarga y bella, cargada de ironía y de humanidad. No levanta el ánimo, pero sí afina la mirada del lector. Con esta recomendación, Davel Puente suma un destino más a su viaje literario: un astillero en ruinas donde Onetti levantó una de las grandes obras del siglo XX.

Nacho López Llandres
Desde 2005 presento el tramo local de Hoy por Hoy en la zona norte de Madrid, además de contar noticias...




