La transformación acelerada del paisaje y sus usos tradicionales
El abandono del modelo ganadero, el crecimiento urbano y el aumento del riesgo de incendios redefinen el territorio y exigen nuevos acuerdos de gestión

La transformación acelerada del paisaje y sus usos tradicionales
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Colmenar Viejo
El municipio serrano de Collado Mediano vive un proceso de transformación profunda que ha modificado de manera drástica su paisaje, sus usos y la relación de sus habitantes con el entorno. Lo que hace solo 45 años aún conservaba rasgos de un pueblo ganadero tradicional es hoy un territorio marcado por el abandono de los usos rurales, el crecimiento poblacional y la aparición de nuevos riesgos medioambientales.
De un paisaje ganadero a un monte cerrado
Cuando en 1980 algunos vecinos llegaron a vivir a Collado Mediano, el pueblo ya había dejado atrás su carácter rural más puro. La llegada del ferrocarril a principios del siglo XX, los nuevos accesos a Madrid y la proliferación de chalets habían acelerado un cambio que hoy se ha completado. Los relatos de los habitantes más mayores recuerdan un municipio muy distinto: en los años cuarenta, los cerros aparecían pelados, sin apenas vegetación debido a la extracción de matorral para combustible doméstico. Con la introducción del butano y la progresiva modernización de las viviendas, el monte comenzó a recuperarse mediante repoblaciones y regeneración natural.
Durante buena parte del siglo XX, la imagen del paisaje era fruto del uso ganadero: prados segados para heno, fresnos desmochados, dehesas regadas, vacas pastando por cerros y cañadas. Un tratamiento constante del territorio que mantenía a raya la vegetación y reducía los riesgos naturales. Ese modelo desapareció con la entrada en la Comunidad Económica Europea y la drástica reducción de las vaquerías locales. Hoy apenas quedan una decena de ganaderos, y muchos de los conocimientos tradicionales están en riesgo de perderse.
Nuevos habitantes, nuevos usos
El crecimiento demográfico ha sido determinante. De 1.300 habitantes en 1980, Collado Mediano ha pasado a superar los 7.500, cifra que aumenta durante el verano. Los nuevos vecinos, de origen mayoritariamente urbano, buscan naturaleza, ocio y calidad de vida, generando nuevas demandas sobre un territorio ya transformado. A estos cambios se suma un problema creciente: los residuos abandonados en zonas naturales y los vertidos ilegales, que agravan el deterioro del medio.
La densificación vegetal de los últimos años ha convertido el monte en una capa continua de combustible durante los veranos secos. El crujido de la hojarasca se ha vuelto símbolo de un riesgo real.
Incendios: un punto de inflexión
El gran incendio de julio de 2022 en el Cerro del Castillo marcó un antes y un después. Desde entonces, los conatos han aumentado —como en el verano de 2025— generando una preocupación constante entre vecinos y autoridades. Fue precisamente aquel incendio de 2022 el que motivó la creación de la Asociación Entorno Collado Mediano (AECM), dedicada a la restauración ecológica, la eliminación de residuos y la sensibilización ambiental. Sus iniciativas, como la campaña contra el ailanto o los riegos colaborativos para salvar plantones en el Castillo, se han convertido en referentes locales. Sin embargo, su capacidad sigue siendo limitada frente a la magnitud de los retos.
Desajustes entre la necesidad y la gestión
La gestión del territorio evidencia tensiones entre el interés público y el privado. Los terrenos públicos reciben tratamientos forestales sujetos a protocolos que, según algunos vecinos, no siempre se adaptan a las nuevas realidades climáticas y de uso.
En el ámbito privado, muchas parcelas han perdido su función económica y sus propietarios —a menudo herederos sin vínculo con el terreno— no realizan labores de limpieza, pese a la obligación legal existente. Cuando el suelo es recalificado como urbanizable, su valor se multiplica; cuando no, se convierte en una carga.
Este fenómeno, habitual en buena parte del medio rural español, se observa a pequeña escala en Collado Mediano.
¿Qué puede hacerse?
Ante este panorama, AECM insiste en la necesidad de recuperar conocimientos tradicionales de manejo del territorio, fundamentales para mantener un paisaje funcional y resiliente. Al mismo tiempo, los nuevos vecinos requieren mayor información sobre los procesos naturales y el valor del patrimonio rural.
La solución, subrayan desde la asociación, pasa por un diálogo social amplio, que incluya voces rurales y urbanas, entidades públicas y privadas, conocimiento científico y saber local. Un diálogo que coordine intereses, evite especulación y busque un modelo sostenible para el futuro del municipio.

Nacho López Llandres
Desde 2005 presento el tramo local de Hoy por Hoy en la zona norte de Madrid, además de contar noticias...




