¿Por qué nos cuesta pedir ayuda? El silencio que nos complica la vida
Analizamos qué mecanismos emocionales y sociales explican que sintamos esa incomodidad

¿Por qué nos cuesta pedir ayuda? El silencio que nos complica la vida
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Alcobendas
A muchos nos ha pasado: estamos en casa de alguien, sentimos sed, vemos el vaso y la jarra en la cocina… y aun así no nos atrevemos a pedir un simple vaso de agua. No es una cuestión de grandes favores ni de compromisos incómodos. Es algo cotidiano, casi insignificante. ¿Por qué, entonces, nos cuesta tanto?
Especialistas en comunicación y comportamiento humano señalan que este fenómeno no es casual. Crecemos escuchando ideas como “no molestes”, “sé autosuficiente” o “no dependas de nadie”. A medida que las interiorizamos, pedir se convierte en una especie de confesión: reconocer que necesitamos algo. Y para muchos, esa vulnerabilidad se vive como un riesgo.
La presión social por demostrar fortaleza también juega un papel importante. En una época en la que la independencia se valora casi como un rasgo moral, admitir que no podemos con todo puede sentirse como un fracaso. Incluso cuando lo que necesitamos es tan básico como agua.
En el espacio Comunicación con Sarah Baglietto, abordaremos hoy por qué nos pasa esto y cómo afecta tanto a nuestras relaciones personales como al entorno laboral. Analizaremos las barreras emocionales que nos frenan —el miedo al rechazo, la vergüenza, la sensación de ser una carga— y ofreceremos pautas sencillas para empezar a pedir ayuda con naturalidad y sin culpa.
Porque reconocer nuestras necesidades no nos hace débiles, sino humanos. Y aprender a pedir puede convertirse en una herramienta poderosa para comunicarnos mejor y vivir con menos peso sobre los hombros.

Nacho López Llandres
Desde 2005 presento el tramo local de Hoy por Hoy en la zona norte de Madrid, además de contar noticias...




