Denuncian el mal estado de los renos de la cabalgata de El Escorial: heridas en la piel, cataratas, lesiones y estrés
Activistas y vecinos grabaron a los animales durante el desfile de Papá Noel y alertan del negocio del "sufrimiento" detrás de estos espectáculos navideños, mientras el Ayuntamiento insiste en su legalidad.
Imágenes de Amanda Romero y Lori Lázaro
El Escorial
La cabalgata de Papá Noel en El Escorial, celebrada este fin de semana, ha dejado una polémica que va más allá del debate político. Colectivos ecologistas y vecinos han denunciado el mal estado de salud y el estrés evidente de los renos utilizados en el desfile, contradiciendo las garantías de bienestar ofrecidas por el consistorio.
Testigos del evento, que grabaron imágenes, describen animales nerviosos y asustados que intentaban escapar entre la música a todo volumen y los gritos de los asistentes. En declaraciones a la SER, la vecina y activista Amanda Romero detalló los problemas observados: «Había renos con cataratas, calvas en la piel, lesiones y algunos con aspecto de enfermo». Estos testimonios visuales chocan de lleno con la postura del equipo de gobierno del PP. El alcalde, Antonio Vicente, se había apoyado antes del evento en informes veterinarios y en revisiones pasadas del Seprona y la Guardia Civil para afirmar que no había «ningún estrés animal» y autorizar la actividad.
La denuncia no se queda en la anécdota. Los activistas aprovechan para señalar el modelo de negocio que hay detrás. Empresas como Evecan, la contratada en El Escorial, trasladan a los mismos animales por numerosos municipios españoles durante las fiestas. «Lo que hay detrás es un negocio, mucho sufrimiento y explotación animal», alerta Romero, instando a los ciudadanos de otras localidades a tomar conciencia. Esta crítica amplifica la que ya realizaron los grupos de oposición en el pleno, que tacharon de «inaceptable» el uso de animales en cabalgatas y recordaron que el PP modificó la ordenanza de bienestar animal para permitirlo.
La polémica en El Escorial reabre así una herida recurrente cada diciembre y pone el foco en la desconexión que a menudo existe entre los papeles que declaran la salud de los animales y su situación real en medio del bullicio y las luces de una fiesta navideña.
