Felipe traga saliva

Valencia

El director deportivo del Levante compareció ayer en sala de prensa para meterse en un jardín. Para ser exactos, en otro. Porque viene de reconocer abiertamente que ha bajado al vestuario para darle instrucciones a Lisci durante la segunda vuelta. Pues ahora dice que ese entrenador al que daba directrices -suponemos que porque le veía carencias- puede continuar. Y que, si no sigue, le ofrece dos o tres años en el club. Con un cargo que no supo especificar. Todo esto tragando mucha saliva. El asunto era más sencillo. Si como director deportivo te convence Lisci, proponle que firme un contrato. Si no, gracias y hasta la próxima.

El Levante viene de un año surrealista. Afrontó sin dirección deportiva el mercado de enero, crucial para tratar de evitar el descenso. El presidente, sin mucho éxito, se ocupó de ese mercado. Felipe lleva aquí desde febrero. Y ahora dice que no hay prisa en elegir entrenador. ¿Qué urgencia había entonces en traer a Felipe en febrero? Solo se me ocurre una respuesta. A Quico le convenía un paraguas, un escudo, después de muchas decisiones negligentes. Este enjuague raro con Lisci es una más. Y el club no está para más errores. Está para decisiones valientes. A ser posible, de profesionales