Muchos fármacos de los abuelos son usados por los adolescentes para drogarse
El psicólogo Alejandro García nos explica cuáles son las nuevas tendencias, pautas y modas en el consumo de sustancias por parte de los jóvenes valencianos, según su experiencia en la residencia socioeducativa Colonia de San Vicente Ferrer de Burjassot
València
En Hoy por Hoy Locos por Valencia hablamos con Alejandro García, psicólogo de la residencia socioeducativa Colonia de San Vicente Ferrer de Burjassot, sobre la oferta de sustancias psicoactivas y el uso que hacen los adolescentes de ellas.
Basándose en su experiencia, García nos ofrece una panorámica actualizada de las nuevas tendencias de la información extraída de los propios adolescentes. Tras la pandemia, se observa un gran aumento de consumo entre adolescentes y preadolescentes.
En la residencia socioeducativa Colonia San Vicente Ferrer trabajan con los chicos y chicas que ingresan para desintoxicarse de adicciones como la marihuana, muy extendida actualmente, pasando por inhalantes que vuelven a estar de moda, como los pegamentos que inhalaban en los años 80.
Gracias a los testimonios de estos adolescentes, García tiene información privilegiada de cómo se mueve la droga entre los jóvenes valencianos y según sus datos, la Comunitat Valenciana supera con creces la media nacional en el consumo de sustancias de todo tipo.
Un ejemplo
El cloretilo es un anestésico local que se aplica sobre la piel para aliviar el dolor tras un golpe o lesión deportiva. Junto a este uso oficial, desde los 80 se ha utilizado como droga de abuso y ahora se ha vuelto a poner de moda en algunas zonas, especialmente entre los adolescentes.
Ojo a los fármacos de los abuelos
Los fármacos hipnosedantes (Benzodiacepinas) utilizados por padres y abuelos no deberían estar al alcance de los jóvenes, es decir, se recomienda guardarlos bajo llave.
Actualmente existen infinidad de posibilidades que están a la orden de día entre los jóvenes, que suelen financiarse su consumo convirtiéndose en vendedores directos en los propios institutos, a chavales con edades a partir de los 12 años, con lo que la introducción a su consumo se ha adelantado en los últimos años. Detectar si nuestros hijos las consumen no es difícil: un cambio en su comportamiento puede darnos una pista.