¿Quién se esconde tras el 'patinador del tanga'?

Agustín García Rico es un metódico y experimentado corredor con una larga trayectoria

Alicante Corre, con el 'patinador del tanga'

20:33

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Carlos Arcaya CarlosGArcaya

Radio Alicante31/05/2022 - 17:22 UTC

Alicante

Los que suelan pasear por el paseo de la Playa de San Juan y Muchavista se habrán encontrado con un hombre, fibrado, que patina tan solo con un tanga, da igual la época del año, del húmedo invierno al húmedo verano. Reconoce que lo hace con este mínimo atuendo "por la igualdad entre el hombre y la mujer", sabe que esta práctica le ha dado una notoriedad que nunca ha buscado y que esa singularidad le ha convertido en un personaje que deja huella.

Agustín García Rico tiene 51 años y lo que va a sorprender a más de uno es que es guardia civil. Nació en el Bierzo, en la provincia de León y desde el año 2002 reside en Alicante. Además, es un corredor experimentado que comenzó a practicar este deporte en los años 80. De hecho, asegura que siempre ha bajado de la hora y media en las medias maratones. Su mejor marca en esta distancia fue de 1 hora y 14 minutos.

En el pódium del Cross de La Nucía / Agustín García Rico

La pregunta que se harán muchos es de dónde o por qué practica el patinaje. Agustín responde que cada vez que tiene un día libre va a la Playa de San Juan para nadar, correr y posteriormente patinar. Asegura que el patinaje le sirve para soltar las piernas y fortalecer algunos músculos. Y por cierto, añade que patina tan solo con un tanga y que nunca, ni tan siquiera en invierno, nada con neopreno.

Además, en esta conversación en Alicante Corre, nos ha contado que en los últimos diez años nunca ha dejado de correr y que si ha tenido pequeñas lesiones ha ido adaptado las duraciones y la intensidad de los entrenamientos para no agudizar esos problemas. Su secreto para no dejar de correr son los estiramientos.

Silvia Cárceles Pozo

Con Agustín también hemos charlado de cómo eran esas carreras populares a las que acudía antes de la era internet, en las que para apuntarse tenía que hacer una transferencia bancaria, mandar un fax con el importe a los organizadores y en las que hasta los dorsales eran hojas en blanco con números escritos con rotuladores.