Jamila, una afgana refugiada en València: "La situación en mi país es muy difícil, hay mucho miedo a los talibanes"

València

Se cumple un año de la toma de Kabul por parte de los talibanes y la salida occidental de Afganistán. Muchas personas abandonaron su país durante aquellos días. A España llegaron en un primer momento casi 2.500 afganos y afganas en la operación Antígona I. El Gobierno central las distribuyó entre las diferentes Comunidades Autónomas y fueron derivadas a diversas entidades sociales como, por ejemplo, CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Un año después, la asociación acoge a tres familias.

Según Mercedes Ena Ubiña, coordinadora territorial de CEAR en la provincia de Valencia, en total atienden a 18 personas, nueve de ellas menores. Dos familias se encuentran en Sueca y la tercera está en Cullera. Ena Ubiña defiende que la respuesta del Gobierno español fue rápida, pero pide más recursos.

Les prestan diferentes servicios como, por ejemplo, comida, soporte sanitario y educativo o alojamiento. Una de las personas que atienden es Jamila. Está aquí junto a sus cuatro hijos menores. Llegaron a España en diciembre, desde Pakistán.

Jamila es periodista y activista y tuvo que dejar su país por miedo: "Me llamaban por teléfono, también a mi familia y amigos para preguntar dónde está Jamila. Entraron en mi oficina y rompieron mi ordenador".

Asegura que aquí están "muy tranquilos y contentos". Sus hijos están estudiando y ella asiste a clases de castellano. Jamila pide a los países occidentales que no se olviden de Afganistán, sobre todo de las mujeres. "Yo le quiere enviar este mensaje a todo el mundo", insiste.

También ha asegurado que no quiere volver a su país porque las noticias que le llegan desde Afganistán no son buenas. "La situación es muy difícil, hay mucho miedo a los talibanes, las mujeres no pueden ir a la escuela ni trabajar", ha aseverado.

Desde CEAR, Ena Ubiña manifiesta que todo el mundo quiere tener cierta independencia e integrarse. Jamila y el resto de refugiados pueden estar dentro del sistema de acogida hasta 18 meses, una cifra que puede extenderse hasta los 24 "dependiendo del grado de vulnerabilidad".