La desalación ha instalado a Alicante en una especie de isla despreocupada por la sequía
Con lo dados que somos al agravio, imagínense qué se hubiera dicho si este verano, el de la recuperación turística tras la pandemia, hubiéramos padecido restricciones
La Columna de Carlos Arcaya «La desalación ha instalado a Alicante en una especie de isla despreocupada por la sequía»
Alicante
El pasado viernes, 30 de septiembre, el año hidrológico concluyó en España con un extraordinario déficit de precipitaciones, según la AEMET. Fue el tercero más seco de los últimos 61 años y en el que el régimen de precipitaciones casi se invirtió y la zona que suele tener mayores lluvias registró la más pertinaz sequía.
Este verano hemos visto pantanos a punto de secarse en el centro de la península, restricciones que han provocado cortes de suministro nocturno, llegada de barcos aljibe para atender el consumo humano, cierre de duchas en las playas, prohibiciones de regar, llenar piscinas e incluso, lavar coches.
Y a todo ello hemos asistido desde Alicante ajenos a esas preocupaciones, la desalación nos ha instalado en una especie de isla despreocupada. Con lo dados que somos al agravio, imagínense qué se hubiera dicho si este verano, el de la recuperación turística tras la pandemia, hubiéramos padecido este tipo de restricciones.
Desde luego, no es bueno ser ventajista, pero tampoco cortoplacista. Sin renunciar a trasvases, pero las consecuencias del cambio climático deben hacer que no olvidemos esta lección.