Liderazgo e insolvencia

Alcoy

La fea historia del cese de Quique Ruiz como candidato del PP a la Alcaldía es un perfecto ejemplo de que la política se rige por unas leyes delirantes que no son de este mundo. Vayamos al relato estricto de los hechos. El PP tiene como cara visible en Alcoy a un destacado profesional del periodismo y conocido dirigente festero, que a lo largo de los últimos cuatro años ha desarrollado una ejemplar tarea de oposición al PSOE y que ha recibido el refrendo de la ejecutiva local del partido, en una acumulación de datos positivos que le permitían albergar fundadas esperanzas de una mejora de los resultados electorales. En vez de apoyar a este mirlo blanco, la dirección autonómica popular decide humillarlo públicamente, cesándolo y sustituyéndolo por un personaje, Carlos Pastor, absolutamente desconocido, que carece de biografía política fuera de los más profundos recovecos del aparato, que no tiene ni la más mínima experiencia en gestión municipal y que presenta como principal credencial ser amigo personal del presidente regional del PP, Carlos Mazón.

De una sola tacada, la cúpula del PP ha conseguido un montón de cosas y ninguna de ellas es buena para las expectativas del partido en Alcoy. En primer lugar, este abrupto relevo ha sido un inesperado y reconfortante balón de oxígeno para un PSOE que se enfrentaba con las consecuencias de una legislatura con mucho desgaste. En segundo lugar, el dedazo de Mazón supone un claro desprecio al tejido social y político de la derecha alcoyana, que se ve ninguneado al verse tratado como una mera sucursal de la capital de la provincia. Finalmente, es importante subrayar que en esta operación se ha quemado la carrera política de Quique Ruiz; un hombre con un futuro prometedor, cuyo perfil podría resultarle muy útil a una derecha valenciana que no anda precisamente sobrada de caras y de ideas nuevas.

Encontrar explicaciones lógicas para esta chapuza es una tarea condenada al fracaso. Hay que descartar inicialmente, que el presidente del PP valenciano, Carlos Mazón, esté afectado por una rara pulsión suicida que lo lleva a trabajar denodadamente para que Toni Francés consiga una mayoría absoluta en Alcoy. Si renunciamos a esta hipótesis patológica, sólo nos queda una versión medianamente creíble: el salvaje cese de Quique Ruiz se ha hecho por el mero afán de tener controlado el partido y por alejar de los lugares visibles a cualquiera que no sea de los míos, aunque este ejercicio de poder suponga tirar a la basura las próximas elecciones municipales en Alcoy. Esto es política; un mundo extraño en el que las demostraciones de liderazgo son perfectamente compatibles con la peor de las insolvencias.