La editorial de los lunes: «Lo más importante de las cosas menos importantes»
El deporte es uno de los pocos lugares en los que evadirnos de la preocupante realidad que nos rodea
La editorial de los lunes: «Lo más importante de las cosas menos importantes»
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Benidorm
‘El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes’. Esta genialidad, en la que bien podría sustituirse la palabra fútbol por la palabra deporte quedándonos la aseveración igual de redonda, sigue sin tener una autoría clara. Los hay que defienden que fue obra del exjugador y exentrenador italiano Arrigo Sacchi. Otros dicen que la cosa nació del siempre florido verbo de Jorge Valdano. En realidad, eso es lo de menos.
Iniciamos hoy una nueva semana en la que si sólo nos fijáramos en las cosas importantes, apenas podríamos respirar. El mundo está a un tris de irse al carajo a poco que Putin y los suyos terminen de volverse completamente locos y le den al botón rojo. Su guerra, como siempre, la pagan con sus vidas jóvenes inocentes a los que la mala suerte ha colocado en el peor momento y lugar posible, obligados a pegarse tiros con otros chavales que hasta hace no tanto tiempo eran sus vecinos.
Ellos se llevan la peor parte del absurdo de la guerra que también sufrimos aquí, a miles de kilómetros de distancia de donde caen las bombas, con una escalada de precios de la energía y de la cesta de la compra que amenaza ya seriamente con dejar atrás, por mucho que políticos de uno y otro lado, se empeñen en repetir esa falacia de que nadie se quedará por el camino, una promesa sencillamente vacía por tantas veces repetida como incumplida.
Estamos a 24 de octubre y el termómetro está más cerca de los 30 grados que de los 20 y, aunque todavía hay quien no lo quiere ver, los expertos no dejan de gritarnos que es urgente que paremos nuestra deriva autodestructiva porque, si no lo hemos hecho ya, estamos al borde de sobrepasar la línea de no retorno en nuestra absurda agresión constante y mortal contra la naturaleza.
Añadan a todo ello un Euríbor por las nubes y un mundo cada vez más dividido en bloques mucho más difusos y, por lo tanto, peligrosos que los surgidos de la II Guerra Mundial y que dieron paso a la llamada Guerra Fría y muy inmunes a las cosas importantes, que dirían Sacchi o Valdano, tendrían ustedes que ser para no sentir una presión casi insoportable en el pecho.
Pero por fortuna, y aunque pueda parecer casi infantil e irresponsable decirlo, nos queda el deporte. Lo más importante de las cosas menos importantes. Los días de partido en los que, durante un ratito, podemos olvidarnos de todo lo demás, disfrutando con las victorias y sufriendo con las derrotas. Celebrando los puntos y lamentando los errores. Aplaudiendo las grandes acciones y desahogándonos con los fallos ajenos.
El deporte, en fin, nos ofrece la seguridad de lo conocido. Sabemos que al final del partido, unos habrán ganado y los otros habrán perdido, pero en medio de todo eso, y aunque parezca contradictorio, todo es estable, conocido, seguro.
Volvemos a nuestro pabellón o estadio conocido. A nuestra localidad de siempre. A discutir con el vecino de asiento de cada jornada. Y, con suerte, volveremos a casa contentos por el triunfo. Y si las cosas no van bien, algo más jodidos por la derrota. Pero en ambos casos, pase lo que pase, nuestra vida seguirá igual. Al día siguiente, tendremos que levantarnos a la misma hora, comernos el mismo atasco y hacer malabares matemáticos para cuadrar nuestras cuentas.
Así que sí, el deporte es lo más importante de las cosas menos importantes. Y a eso, a repasar lo que nos ha dejado el finde y a pensar en lo que está por venir en los próximos días, con el ‘EuroTM’ debutando mañana mismo en Alemania en la fase de grupos de la Liga Europa, vamos a dedicar los próximos 40 minutos de radio.