Edurne Pasaban: «Cuando estás escalando piensas en el valor de la vida»
La primera mujer de la historia en subir los catorce ‘ochomiles’ del planeta visitará l’Alfàs del Pi el próximo 24 de noviembre de la mano de Jovempa
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Benidorm
Con 14 años comenzó a escalar en el Club de Montaña de Tolosa. A los 16 se fue a los Alpes y subió el Mont Blanc, el Cervino y el Monte Rosa. En 1998 viajó por primera vez al Himalaya para intentar conquistar los 8.167 metros del Dhaulagiri, aunque se tuvo que dar la vuelta cuando sólo le restaban 272 metros para llegar a la cumbre.
El 17 de mayo de 2010 se convirtió en la primera mujer en la historia en coronar los catorce ‘ochomiles’ del planeta, una aventura en la que Edurne Pasaban invirtió toda una década y que la ha convertido no sólo en leyenda del deporte, sino en un ejemplo a seguir para hombres y mujeres de todo el mundo.
Ahora, imparte conferencias en las que aúna su condición de alpinista de leyenda con su faceta como empresaria y, de la mano de Jovempa Marina Baixa, visitará el próximo día 24 de noviembre la Casa de Cultura de l’Alfàs del Pi.
Antes de eso, Pasaban ha sido la gran protagonista del SER Deportivos Benidorm de este viernes en el que ha compartido un rato de charla con Nico Van Looy sobre su paso por la alta montaña y en la que también ha adelantado algunos de los contenidos de esa conferencia que dará en la localidad alfasina.
Escalar cumbres como el Mont Blanc se antoja como una tarea hercúlea a cualquier edad, pero más todavía a los 16 años. Pasaban parece querer quitarle hierro a esa precocidad, pero reconoce que “la verdad es que empezamos jóvenes. Era muy joven entonces y tenía mucha ilusión y muchas ganas de aprender y ahí que nos metimos en lo que nos hemos dedicado una buena parte de mi vida”.
Su primera cima en un ‘ochomil’ llegó el 23 de mayo de 2001 cuando alcanzó los 8.848 metros del Everest, la montaña más alta del mundo, aunque asegura que aquello fue “una casualidad. No teníamos un plan de cómo hacer las cosas, sino que te apuntabas al plan de una expedición de amigos que te invitaban a hacer las cosas. A mí me invitaron a ir al Everest en 2001, pero ya lo había intentado antes sin éxito. Pero sí, mi primer ‘ochomil’ fue el Everest”.
Lejos de lo que se puda uno imaginar, Edurne Pasaban asegura que más que el apartado físico, “lo más complicado de subir un ‘ochomil’ es la parte mental. Es verdad que para hacer una cosa de estas tienes que estar preparado físicamente, pero si vas a subir una montaña de 8.000 metros, te vas a preparar. Pero si la cabeza y la mente no están bien preparadas… ya puedes ser la persona más fuerte del mundo, o la más técnica, pero es seguro que no vas a subir. Yo le doy un 75% a la mente y un 25% a lo físico”.
En cuanto a la dificultad de cada una de esas cumbres que la han convertido en leyenda viva del deporte, la tolosarra afirma que “siempre se habla de ‘ochomiles’ y estas cosas, pero el Everest, que es la montaña más alta, no es la más difícil de los catorce ‘ochomiles’. Hay montañas más complicadas. Por ejemplo, el K2 es, al menos para mí, la más técnica y la más difícil. La más peligrosa es el Annapurna. Depende de la ruta que elijas, las cosas se dificultan. No es tanto la altura, sino por dónde va la ruta y por dónde se escala”.
Su último ‘ochomil’ llegó el día 17 de mayo de 2010 cuando culminó la ascensión a los 8.027 metros del Shisha Pangma, tras lo que, afirma, “en parte, sentí una gran alegría porque habían sido diez años dedicados a una cosa tan concreta como escalar los catorce ‘ochomiles’. Pero, a la vez, también fue un bajón. De repente, dedicarte toda tu vida a escalar montañas de 8.000 metros con una lista con catorce nombres y un día se terminan… pues da un poco de vértigo por el ¿qué va a ser? después de todo aquello”.
Tras completar el listado de las catorce cumbres más altas del mundo, en 2001 intentó volver al Everest para subirlo sin oxígeno, pero aquella expedición fracasó por diversos motivos en los que no faltó una buena dosis de polémica con otra leyenda del alpinismo como es Juanito Oiarzabal. ¿Volverá a intentarlo? “Alguna vez lo he tenido en la mente. Habíamos hecho todos los ‘ochomiles’ sin oxígeno exceptuando el primero, el Everest en 2001, y por eso volví en 2011 a intentarlo sin él. Es verdad que fue una expedición dura. No tanto por ser dura de montaña, sino porque hubo mucha polémica. Aquella situación me cansó. Fue un momento en el que me dije que tenía que salir, mirar las cosas desde fuera, desde otra perspectiva e ir pensando en el futuro”.
En cualquier caso, Edurne Pasaban insiste en que “ya ha llovido desde entonces y es verdad que en estos once o doce años he pensado muchas veces en volver a intentarlo. He vuelto al Himalaya. No a ‘ochomiles’, pero he intentado ver la montaña y aquella actividad tan extrema que hacíamos desde otro punto de vista”.
Tantos años dedicados a subir montañas y bajar sana y salva para poder contarlo no le han hecho perder la pasión por los altos picos. Pasaban afirma que “sigo amando la alta montaña. Me apasiona lo que hemos hecho y me gusta la montaña, pero ahora, esa montaña y ese himalayismo que nosotros hacíamos, no es el mismo que se ve ahora. Hablo de las montañas de 8.000 metros. Ahora hemos visto la típica foto con unas colas increíbles para llegar a la cumbre del Everest. Incluso en el K2. Nosotros no vivimos todo esto. Vivimos un himalayismo de cuatro que íbamos al Himalaya, que disfrutábamos de aquella aventura y de aquella actividad. Las cosas han cambiado mucho. Por eso, insisto en que me atrae el Himalaya, pero no aquellos ‘ochomiles’ y cómo se enfrenta la gente a esas montañas”.
Con ese mismo poso de melancolía, asegura que “los que en los 90 y los 2000 pudimos escalar en el Himalaya de una forma muy diferente a la que se hace ahora fuimos muy afortunados”.
¿En qué piensa un montañero cuando se enfrenta a la soledad de sus pensamientos durante una subida a un ‘ochomil’? Según confiesa Pasaban, “cuando estás escalando piensas en el valor de la vida. En que la vida puede cambiar muy rápidamente. El riesgo en una montaña de este tipo es muy grande. No pensamos constantemente en que podemos perder la vida porque, si no, no iríamos; pero sí te encuentras contigo y valoras muchas cosas que dejamos aquí abajo y que, quizás, muchas veces no valoras por el día a día”.
Y de todo ello y de otras muchas cosas hablará el próximo día 24 de noviembre en la Casa de Cultura de l’Alfàs del Pi, municipio al que llegará de la mano de Jovempa Marina Baixa. “Mucha gente pensará ‘¿qué podemos aprender del alpinismo?’ Pues sí hay mucho paralelismo entre nuestras vidas personales y profesionales y escalar una montaña de 8.000 metros. En ese ratito que compartiré con todos en l’Alfàs, daré las claves que a mí me llevaron a tener éxito en un proyecto como aquellos. Y cómo me enfrenté a los miedos, a la incertidumbre, cómo me adapté a cada momento. Voy a coger todos esos años en el mundo de la escalada y lo bajaré a cómo gestionar nuestro día a día”.