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Un matrimonio de sanitarios salva la vida a una niña de dos años en plena calle de Benidorm

La rápida intervención de Ana Hoyo y Jorge Hutarte convirtió una pesadilla en una historia con final feliz en la tarde del 1 de enero

Una pareja de sanitarios salva la vida a una niña de dos años en plena calle de Benidorm

Una pareja de sanitarios salva la vida a una niña de dos años en plena calle de Benidorm

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Benidorm

El día 1 de enero comenzó en Benidorm como siempre suele arrancar el día de Año Nuevo en la capital turística de la Comunitat Valenciana. A primera hora, operarios de la limpieza hacían desaparecer los últimos vestigios de la multitudinaria fiesta vivida horas antes observados por los más madrugadores, ávidos de disfrutar de un reconfortante paseo matutino al sol, que se cruzaban, a la vez, con los más festeros, en cuyos rostros ya eran evidentes las ojeras de una noche de excesos, que se recogían ya a sus casas u hoteles.

Poco a poco, las principales vías de la ciudad se fueron llenando de más y más gente. Muchas familias con niños pequeños se lanzaban a las calles para disfrutar de un día realmente espectacular. Así lo hicieron también Ana Hoyo y su marido, Jorge Hurtarte. Con dos ‘peques’ en casa, la tarde les pareció el mejor momento para salir y disfrutar de una merienda en familia. Ella, enfermera en el Colegio Internacional Lope de Vega, y él, médico en el Hospital IMED Levante; no lo sabían, pero estaban a punto de convertirse en protagonistas de la primera gran historia de 2023 en la siempre concurrida Benidorm.

Poco después de las cinco de la tarde el matrimonio y sus dos hijos habían dado cuenta de unos helados cuando, al salir del local en el que se encontraban, en pleno paseo de la playa de Levante de Benidorm, se encontraron un tumulto de esos que sólo se forman cuando algo más o menos grave ha sucedido.

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Ellos, sanitarios de profesión, pero, sobre todo, de vocación, se acercaron a ver qué sucedía mientras los agentes de la Policía Local trataban de poner un poco de orden en aquel caos. Se identificaron y, para su desgarro, lo que vieron iba a cambiar su tarde de forma definitiva: una niña de dos años se encontraba inconsciente por motivos que, al menos en ese momento, desconocían.

Es Ana Hoyo la que explica lo sucedido en esos primeros minutos de altísima tensión: «Al principio no sabíamos lo que pasaba, pero enseguida me dí cuenta de que había una mamá muy nerviosa con una niña muy pequeña en brazos, de unos dos años, inconsciente».

Tras identificarse como sanitaria, la Policía Local le abrió paso y pudo empezar a valorar a la niña, «que no respondía a estímulos, tenía las pupilas mióticas, es decir, muy pequeñitas», explica. «Preguntamos a la madre qué podía haber pasado y nos contó que estaba tomando una medicación para una patología y supuse que podía ser un efecto secundario de la medicación», agrega.

Ese rápido y certero examen llevó al matrimonio a una conclusión: «Pensamos que podía ser una hipoglucemia, que es cuando te baja mucho el nivel de azúcar en sangre. Es una situación que puede ser, muy, muy seria. En la mayoría de los casos, si lo coges a tiempo, es reversible; pero también te puede llevar a la muerte».

Un llanto maravilloso

Así, la apacible tarde de Año Nuevo tomando unos helados se tornó, de repente, en una situación de extrema urgencia. Cada minuto, cada segundo, contaba y Ana Hoyo y Jorge Hurtarte se habían convertido en la única esperanza de la niña.

«Pedí que me trajeran un sobre de azúcar de la cafetería. Como estaba inconsciente se lo administré vía sublingual, que es una forma muy rápida de absorción y no tiene riesgo de aspiración», relata la enfermera que ejerce en el Colegio Internacional Lope de Vega.

Y ahí se produjo el milagro, que tiene poco de milagro y más de profesionalidad y una rápida y acertada cadena de decisiones, que convierte esta terrorífica historia en un bonito cuento navideño. «Rápidamente vimos que empezaba a reaccionar. Abrió los ojos, respondía a estímulos verbales… y empezó a llorar. ¡Imagínate, eso fue música para mis oídos! Fue algo maravilloso».

Qué hacer en caso de emergencia

Ana y Jorge pudieron actuar rápida y acertadamente gracias a sus conocimientos sanitarios, pero ese no es el caso de la mayoría de la ciudadanía que puede presenciar, como demuestra esta historia, una situación de gravedad en cualquier momento. La enfermera lo tiene claro: «Siempre va a ser mejor hacer algo que no hacer nada, aunque no tengamos conocimientos sanitarios. Lo primero que hay que hacer, lo que siempre hay que tener en cuenta, es pedir ayuda, porque tú sólo no vas a poder hacer nada. Puedes pedir ayuda a otra persona que pase para nunca dejar sola a la persona a la que estás atendiendo y llamar de inmediato al 112. Sólo haciendo eso, activas los servicios de emergencia, que es lo que le va a salvar la vida a esa persona», subraya.

Sólo una vez que se haya alertado a los servicios de emergencia, es cuando hay que actuar, en la medida de los conocimientos de cada cual, sobre la persona que está sufriendo el incidente. «Hay que valorar su nivel de consciencia, ver si está inconsciente y, si es así, ver si respira. Si lo hace, se le pone en posición lateral de seguridad, que es parecido a cuando dormimos de lado. Si no respira, es cuando hay que empezar con las maniobras de reanimación cardiopulmonar».

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También alerta Ana Hoyo de la importancia de no arremolinarse alrededor de este tipo de situaciones y de no grabar o hacer fotos con los móviles de personas que, al fin y al cabo, pueden estar luchando por su vida. En ese sentido, la enfermera destaca «la actuación de la Policía Local, que rápidamente acordonó la zona para dejarnos ayudar a la niña. Es primordial. Hay gente que es curiosa o que quiere aportar sin tener conocimientos… Es importante dejar que las personas que estás ahí y que saben, trabajen. Y, por supuesto, no grabar ese tipo de situaciones. No, porque esa gente tiene familia y son situaciones muy, muy duras».

Volamos por un momento al principio de esta historia con final feliz. Decíamos que Ana y Jorge habían salido a pasear con sus hijos, también de corta edad. ¿Se hacen más duras estas actuaciones cuando se es madre? Ana Hoyo no lo duda: «desde luego que sí. Empatizas mucho más con la persona que tienes delante. Yo pensaba que si me hubiera visto en una situación así, me hubiera gustado que alguien me hubiera ayudado. A la madre, como es lógico, la vi muy apurada. Tener hijos te hace mucho más sensible en estas situaciones».

Y por muy profesional que uno sea, un ‘subidón’ de adrenalina de tal calibre no deja de afectar a quien lo protagoniza. La enfermera reconoce que «con el susto y la preocupación en el cuerpo, te quedas con la satisfacción de haber podido ayudar a una niña tan pequeña».

Defensa del colectivo sanitario

Casi tres años después del estallido de la pandemia, esta historia vuelve a poner sobre la mesa la importante labor que todo el colectivo sanitario realiza para la sociedad en la que convive. En un momento en el que el propio sistema está siendo objeto de un intenso –y muchas veces interesado– debate político, Ana Hoyo hace una encendida defensa de su sector.

Tras su actuación en la playa de Levante de Benidorm, «la gente viene y te felicita, pero lo que más me gustaría, sobre todo tras los tres últimos años de pandemia, esta felicitación y ese reconocimiento se mantenga en el tiempo. Al principio, llegaron los aplausos y las felicitaciones, pero lo cierto es que la población tiende a olvidarse que en el momento de la pandemia estuvimos ahí, con el miedo de no saber a qué nos enfrentábamos y arriesgando nuestra vida y a nuestra familia. Hubo gente que se marchó de su casa. Por todo ello, me gustaría que eso perdurara en el tiempo y que cuando acudimos a un servicio sanitario y nos lo encontramos saturado, que tengamos en cuenta que los sanitarios que trabajamos ahí estamos dando, dentro de nuestras posibilidades y con los recursos que tenemos, lo mejor de nosotros mismos y que, en ocasiones, estamos muy limitados por la situación».

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