Una fría noche en el CAES, uno de los "cuarteles de invierno" de las personas sin techo de València
Pasamos una noche más frías de este invierno en el Centro de Emergencias Sociales del Ayuntamiento de València, que gestiona Cruz Roja
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València
Desde el pasado mes de noviembre está en marcha la operación frío del Ayuntamiento de València, para ayudar a las personas que duermen en la calle, aunque con la llegada esta semana de las temperaturas más gélidas del invierno se han activado nuevos recursos.
Por ejemplo, se ha abierto el Polideportivo del Cabanyal, donde se han habilitado 30 de las 90 plazas extraordinarias que se han añadido a las 625 ordinarias disponibles en la ciudad. Entre esas ordinarias está el Centro de Emergencias Sociales del Ayuntamiento que gestiona Cruz Roja y que se encuentra en la calle Santa Cruz de Tenerife, muy cerca del parque del Oeste.
Desde el pasado 25 de noviembre allí todas las noches abren puntuales a las 8 para acoger a las personas que derivan los servicios sociales municipales.
Allí, un poco antes de las 8, técnicos y voluntarios de Cruz Roja se afanan en repartir tareas y tenerlo todo prepararlo para la entrada de los usuarios. Alba está al mando.
Mientras se calienta la cena y antes de la apertura, podemos hablar con alguno de los voluntarios. La que más tiempo lleva es Vicenta, que nos explica cómo funciona el CAES, sus tareas en las 12 horas que pasa en el centro, Muchas horas que se hacen largas, pero que son muy gratificantes. Dice que lo que más piden los usuarios es hablar y que a ella le gusta escuchar.
Escuchar es también lo que hace Denis Cardoso, una uruguaya que asegura que ha vuelto a echar una mano en Cruz Roja dentro de este programa porque ha notado que cada vez hay más gente en la calle. Y esta noche también está José Luis, un viudo que encontró en Cruz Roja una forma de socializarse ayudando a las personas.
Se hacen las 8 y toca abrir puertas. Algunos llevaban ya algún rato esperando. Están cansados, tienen hambre, frío, sueño. Los hay que llevan muchas noches durmiendo en el CAES, para otros es la primera noche. Es el caso de Vasco, un portugués que vino a València hace una década por amor, pero que acabó en la cárcel por culpa del alcohol. Reconoce que cuando bebe, pierde el control.
Dos camas más allá está Pedro, un valenciano que perdió su negocio por culpa de la pandemia. Acaba de cenar la sopa de garbanzos, tortilla y yogur que había de menú esta noche y lo primero que hace es ponerse a escribir en una libreta. Dice que lo hace para no mirar atrás. Pedro es un hombre agradecido a pesar de los golpes que le ha dado la vida.
Y luego está Manuel, un mañico roto por las drogas, que preferiría estar durmiendo en la calle, pero estas noches hace mucho frío. Vino a València para tratar de huir de las drogas. Durante el día va a la biblioteca y busca una habitación para tratar de normalizar su vida. Ha sufrido varios atracos, pero también ha comprobado la solidaridad de la gente.
Sin trabajo y en unas condiciones físicas muy malas, por culpa de una úlcera en la pierna, entiende que lo va a tener difícil. Lo que peor lleva es que los suyos le han dejado de lado.
Y así hablando con unos y otros se hacen casi las 10 de la noche. Es hora de apagar las luces. Mañana será otro día, quizás otro día de la marmota, porque la rutina en la calle es así. Despertarse, ir a ganarse la vida, a pedir dinero, a aparcar coches, a comer a Cáritas, un poco más de lucha y vuelta al albergue. Mañana quizás se pueda vivir, de momento toca sobrevivir.
Manuel Gil
Redactor de Radio Valencia Cadena SER