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Conchi Requena: "Todas las montañas son bonitas pero la mejor es el Mont Blanc en soledad"

Charlamos con la alpinista ilicitana sobre la perpetua llamada de las montañas

Entrevista a la alpinista ilicitana Conchi Requena en Forajidos sobre la 'llamada de las montañas'

Alicante

La llamada de las montañas. ¿Qué magnetismo tienen que desde que somos humanos siempre han despertado nuestra atracción? A parte del innato espíritu de superación, lo que nos ha llevado a alcanzar las cumbres más altas de un planeta que se nos ha quedado finito, la montaña siempre ha despertado nuestro interés. ¿Será por una necesidad vital? ¿será una forma de encontrarnos con la parte más primitiva de nuestra naturaleza?

A lo mejor tiene que ver con los retos que nos plantea o con las ganas de explorar un sentimiento de plenitud o de satisfacción que en muchos casos se nutre de dolor, sufrimiento e incluso, soledad.

Montañera ilicitana

Montañera ilicitana / Conchi Requena

De todo ello, de esa búsqueda, hemos charlado en esta edición de Forajidos con Conchi Requena, una alpinista ilicitana a la que su padre le inoculó este veneno y desde entonces, no se ha quitado ni las botas ni la mochila ni los crampones. A lo largo de su carrera ha hollado la cumbre del Pico Lenin, una de las montañas más frías y más catastróficas, del Kilimanjaro y otras montañas de más de 4.000 metros en el Atlas, en los Andes o en el Cáucaso.

Ahora, que se recupera de una lesión de menisco, reflexiona con nostalgia de lo que supone para ella la montaña. Insiste en que la belleza la encontramos en todas ellas y en cada una de las estaciones del año. En su ascensión, el dolor y el sufrimiento termina convirtiéndose en una íntima satisfacción que nos lleva a volver a buscarlas.

Ascendiendo un glaciar

Ascendiendo un glaciar / Conchi Requena

Pero, además, entre las muchas sensaciones que nos despiertan, la montañera de Elche destaca la soledad que se puede encontrar en alguna de ellas. Por ejemplo, la que ella sintió en el Mont Blanc. Lo cual no deja de ser una gran paradoja ya que se trata de una de las zonas más transitadas por alpinistas, corredores e incluso ciclistas de montaña. Sin embargo, en determinadas épocas del año se puede alcanzar ese estado de comunión, esa soledad positiva provocada por un entorno arrebatador.