Motivos para reflexionar

Alcoy

Alcoy es el municipio de la Comunitat Valenciana que más habitantes perdió en el periodo de tiempo que va entre 1996 y 2022. Este dato aparece en un completo estudio del geógrafo Adrià Revert, publicado en twitter, en el que se recoge la evolución demográfica de los 542 ayuntamientos de este territorio autonómico.

Con 1.516 vecinos menos y pasando del sexto al puesto 13 del ranking poblacional autonómico, Alcoy se presenta en este informe como un auténtico Expediente X demográfico. Dábamos por sentado el crecimiento de poblaciones turísticas, como Torrevieja, Gandía, Dénia o Benidorm, que han experimentado espectaculares incrementos de sus censos a causa de la captación de residentes foráneos y del boom de la construcción. Lo que no se esperaba casi nadie es que en esta lista de ayuntamientos en expansión aparecieran ciudades medias industriales con características y problemas muy parecidos a los nuestros. Ahí está el caso del cercano Ontinyent, que sube en 4.603 vecinos; de Villarreal, que crece en 11.000 o de Petrer, en 6.374.  Si ponemos la vista en la comarca, los resultados son igualmente significativos: en el último cuarto de siglo, Ibi ha crecido en 2.602 habitantes, Muro en 2.163 y Cocentaina, en 726.

Las frías estadísticas nos confirman que el hundimiento demográfico de Alcoy es un fenómeno complejo que no se puede atribuir a un único elemento. No se puede culpar de este retroceso a la crisis industrial en solitario, ya que hay un buen número de ciudades que viven de este mismo sector, que han soportado mucho mejor el mal momento económico. Tampoco se puede responsabilizar a un  partido o a una administración concreta, ya que en el periodo de tiempo cubierto por el informe hay gobiernos del PSOE en solitario, del PP y de coaliciones de izquierdas.

Hasta ahora, los alcoyanos hemos resuelto este peliagudo asunto lanzándonos insultos y acusaciones los unos a los otros: las derechas acusaban a las izquierdas de la sangría y éstas hacían exactamente lo mismo con  los conservadores. Dada la ineficacia de esta táctica, tocaría dar un drástico golpe de timón. La única forma de frenar este desastre es abrir una reflexión profunda y general, analizar los evidentes fallos del actual modelo de ciudad y diseñar una estrategia consensuada para el futuro entre todos los agentes políticos, económicos y sociales. Hasta que llegue ese dichoso día, seguiremos rodando por la cuesta debajo de la Historia y alimentándonos de esas engañosas  glorias del pasado, que nos hacen mirar por encima del hombro a ciudades que ya hace décadas que nos han superado en eficiencia y en espíritu emprendedor.