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Guerra en Ucrania

Las "tripas" de Wikipedia sacaron de la guerra a una ucraniana hasta Alicante

Las comunicaciones internas en la enciclopedia colaborativa online, donde ella trabaja, hicieron su magia y recibió una oferta para vivir en un pequeño pueblo del norte de Alicante, L'Alqueria d'Asnar

Cientos de refugiados a su llegada a la estación secundaria de Lviv, habilitada para poder recibir a personas desde Dnipro, Zaporizhzhia y otras zonas de Ucrania que huyen de sus casas por la invasión y guerra rusa sobre el país. / Borja Sánchez Trillo

Cientos de refugiados a su llegada a la estación secundaria de Lviv, habilitada para poder recibir a personas desde Dnipro, Zaporizhzhia y otras zonas de Ucrania que huyen de sus casas por la invasión y guerra rusa sobre el país.

Alicante

Olena y su hijo de 15 años huyeron de Kiev hace un año en uno de los trenes de evacuación, llegaron a Hungría y de ahí a Madrid, "perdidos y sin saber qué hacer ni adónde ir", pero las comunicaciones internas en Wikipedia, donde ella trabaja, hicieron su magia y recibió una oferta para vivir en un pequeño pueblo del norte de Alicante, L'Alqueria d'Asnar.

En su casa de Kiev, en la parte norte de la ciudad, quedaron su marido y su hijo mayor, de 20 años, con los que habla a diario para saber cómo están y la evolución de la guerra. También dejó allí a su madre, de 76 años, en una zona a 30 kilómetros de la capital "más o menos tranquila", que no quiso dejar su tierra, y a otros hombres de su familia.

"Mi mayor deseo es que acabe la guerra, poder regresar y vivir junto a mi familia", cuenta a EFE esta ucraniana que habla español porque estudió el idioma durante su infancia y juventud y que sigue trabajando para su empresa, Wikipedia Ucrania, desde Alicante a distancia, gracias a la experiencia que proporcionó la pandemia en el teletrabajo.

Hace un año que empezó la guerra en su país y así relata cómo vivieron ella y su familia los primeros días de la invasión: "Oímos esos sonidos terribles de misiles y aviones y pensamos qué hacer, una difícil decisión de dividir la familia y escapar al menos con mi hijo menor" ya que su esposo y su hijo mayor, universitario, tuvieron que quedarse en la reserva al ser mayores de 18 años.

El 3 de marzo de 2022 subió al tren de evacuación de Kiev con su hijo y dos maletas, los papeles y un poco de dinero, y sin tener ni idea de adónde ir; al día siguiente estaban en Hungría y su marido compró dos billetes para viajar a Madrid, después de ver en España "la única posibilidad" de sobrevivir por sus conocimientos de español y porque aquí viven algunos compañeros de estudios.

Desde Alicante llegó una propuesta de ayuda de un benefactor llamado "Francisco", de la que se enteró por una amiga que navegaba por canales de comunicación internos en Wikipedia, "un submundo en todo el mundo de canales de comunicación" que finalmente la llevaron el 9 de marzo a L'Alqueria d'Asnar, un pueblo pequeño, de unos 500 habitantes, donde viven los padres de quien le lanzó la oferta.

El Ayuntamiento acondicionó una antigua farmacia como vivienda

El Ayuntamiento proporcionó a Olena Muzychenko y a su hijo una casa para vivir, una antigua farmacia que acondicionaron con todo lo necesario (frigorífico, lavadora, plancha y cocina), resolvieron la tarjeta sanitaria y se vacunaron contra la covid (la segunda dosis para su hijo y la tercera para ella).

A los dos días el niño, Yehor, de 15 años, comenzó las clases en Secundaria, con todas las dificultades que supone desenvolverse en un nuevo ambiente, no saber español y en una comunidad con dos lenguas oficiales (castellano y valenciano), tirando de inglés para comunicarse.

"Él trata de superarlo pero a veces está completamente perdido; sigue estudiando, veremos cómo superamos el curso", comenta Olena, que habla de las dificultades propias de la adolescencia unidas a vivir en un país extranjero y a estar separado del resto de su familia, y también a la posibilidad que tiene de dar una vida tranquila a su hijo en España y de que siga estudiando, pues en su país es difícil continuar con los estudios a causa de la guerra.

Para aliviar un poco los sentimientos provocados por la distancia y la preocupación por los suyos, viajaron en Navidad a Kiev "con mucho miedo" para dar ánimos a su marido y su otro hijo. "Ellos se sienten solos y mi hijo pequeño necesitaba reunirse con toda la familia al menos cinco días".

Pero su marido le ha prohibido regresar hasta que no termine la guerra, aunque no existe "el peligro total" que había en el inicio de la guerra, cuando ni siquiera se podía hablar por el ruido de los misiles y las ventanas estaban todo el día cerradas. En abril un pedazo de metal impactó en su casa y destrozó dos paredes, una de ellas de la habitación de su hijo.

Su marido y su otro hijo siguen en Ucrania

Según le dice su marido a Olena, después de un año de guerra la gente empieza a acostumbrarse a vivir en esa situación y quienes pueden, como él, siguen trabajando, una actitud que ella considera "muy valiente".

Tanto su esposo como su hijo estudiante están en la reserva, el padre por su trabajo en el sector de comunicaciones que es considerado "estratégico y necesario" en estos momentos, y el hijo por estar en la universidad y "protegido mientras estudia" para no ser llamado como soldado.

En marzo del año pasado, pensó que la guerra acabaría unos meses después de la invasión rusa, en el verano de 2022, y ahora tiene la esperanza de que no se prolongue más allá de este año y que su tierra quede liberada para poder reunirse con su familia. "Estamos muy cansados de las noticias de guerra", se lamenta.

Destaca la ayuda que presta España a Ucrania y reclama que ahora mismo necesitan medicamentos para curar heridas y formación para el uso de las armas que les envía Europa.

Una ayuda que ella ha recibido en Alicante para pagar la electricidad, comida y ropa, pues aunque percibe ingresos por su trabajo, la vida aquí es "mucho más cara"; y también el apoyo emocional que le proporcionan las clases de aquagym a las que asiste "obligada" por el alcalde y un grupo de senderismo con el que sale. "Me gusta vivir en un pueblo pequeño donde todos nos conocemos", resume.

Olena aporta lo que puede, en su caso el conocimiento del idioma para los compatriotas que lo necesitan cuando acuden al médico, y les ha impartido alguna clase de español para "no sentirse sordomuda", como le dijo una mujer.

Una suerte que debe a su madre, cuando decidió que estudiara en la escuela más cercana a su casa natal, especializada en lengua española, y que ella continuó haciendo cuando fue a la universidad desconociendo que sería, a la postre, "la única opción" para ella en la búsqueda de un país en paz para su hijo.

 
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